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Límites necesarios

De ser un instrumento para garantizar los derechos de las comunidades a través del diálogo, las consultas previas se han transformado en la traba de proyectos importantes para el desarrollo de Colombia.

23 de febrero de 2017 Por: Editorial .

De ser un instrumento para garantizar los derechos de las comunidades a través del diálogo, las consultas previas se han transformado en la traba de proyectos importantes para el desarrollo de Colombia.

El Valle ha sido testigo de ello, en las ampliaciones de la vía al mar o en la modernización del aeropuerto de Buenaventura. Hoy esa suerte la corren varias de las obras que lanzó hace cuatro años el Gobierno Nacional en su programa de autopistas de cuarta generación.

Según la Agencia Nacional de Infraestructura, ANI, en promedio las obras tardan un año más debido a las demoras producidas por las consultas.

Las vías Mulaló-Loboguerrero, Santander de Quilichao-Popayán y Rumichaca-Pasto, por ejemplo, comparten un denominador: han aparecido a negociar más comunidades de minorías étnicas que las estimadas inicialmente.

Y en el primero de estos proyectos, adjudicado en el 2015, ni siquiera se ha logrado terminar la etapa de conversaciones, mientras que en los restantes el número de consultas previas que se deben realizar es tal que ha impedido iniciar la etapa de construcción.

No se puede desconocer la importancia que tienen estos consensos para evitar daños a las comunidades que viven en las zonas de influencia de las obras.

Sin embargo, tampoco se puede permitir que el interés particular o las maniobras de unos pocos se imponga sobre el general, convirtiéndose en mecanismo de chantaje que paraliza proyectos esenciales para el progreso de la Nación.

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