El dilema de Europa
La inmigración que llega en multitud a Europa es un dolor de cabeza sobre el cual el Continente no encuentra consensos.
La inmigración que llega en multitud a Europa es un dolor de cabeza sobre el cual el Continente no encuentra consensos.
Así quedó en evidencia cuando el barco humanitario Aquarius recogió en aguas del Mediterráneo, entre Malta e Italia, a 629 inmigrantes en su mayoría procedentes de Libia que habían naufragado en el mar o estaban en situaciones de riesgo en las lanchas en que se transportaban.
EL nuevo gobierno italiano se estrenó negando el ingreso del Aquarius a sus puertos y lo redireccionó hacia la isla de Malta, que también impidió su llegada.
Entonces comenzó el rifirrafe: Italia acusó a Malta de incumplir los compromisos migratorios de la UE; el Presidente de Francia cargó contra el gobierno italiano por su “cinismo e irresponsabilidad” y este le respondió que no aceptaría “lecciones hipócritas”.
Al final fue España la que por “razones humanitarias” abrió sus puertas y entre hoy y mañana los 629 inmigrantes deben llegar a costas de Valencia, desde donde serán repartidos a otras regiones que aceptaron acogerlos como Cataluña, el País Vasco, Extremadura y Madrid.
Pero el fondo del asunto sigue sin resolverse; mientras las guerras y la falta de oportunidades sigan afectando al norte de África, a Siria o a Irán, los migrantes seguirán intentando llegar al paraíso que para ellos es Europa.
Y los países de la Unión, en especial los de economías débiles, se debatirán entre impedir su llegada o abrirles los brazos como un gesto solidario y humanitario.
El dilema europeo es enorme.