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¿Y la solidaridad mundial?

16 de agosto de 2010 Por:

"Más de 20 millones de personas damnificadas, miles de muertos..."

La foto de un hombre sentado sobre una silla que comparte con dos personas de mirada perdida, con un celular en la mano y sus pies hundidos en el agua, puede ser el símbolo de la tragedia que vive Paquistán a causa de la peor inundación de su historia. Y se convierte también en una nueva prueba para la solidaridad mundial, afectada en su credibilidad por los incumplimientos en las promesas de ayudar para reconstruir Haití.La foto de la agencia Reuters muestra la impotencia del pueblo paquistaní ante la increíble hecatombe que está padeciendo. “He visto muchos desastres naturales en todo el mundo, pero nunca nada como esto”, dijo el Secretario General de la Organización de Naciones Unidas, ONU, al tratar de describir lo que conoció en su reciente gira por el inundado país asiático. Más de 20 millones de personas damnificadas, miles de muertos, la aparición de epidemias como el cólera y la casi total destrucción del sistema agrícola de ese país, es la consecuencia de las lluvias que llevan semanas. Un fenómeno que además “debe continuar por semanas”, según el Secretario.Por supuesto, y como se acostumbra en estos casos, el dirigente internacional hizo un llamado a la solidaridad del mundo, reclamando una cifra cercana a los US$460 millones, para atender la tragedia, superior de lejos a la producida por el Tsunami de hace algunos años. Sin embargo, su decepción se hizo evidente al reconocer que había recibido ofrecimientos por apenas la quinta parte de esa suma. Una cifra enorme, que sin embargo se quedará corta al conocer los estragos causados en las 17 millones de hectáreas que producen el alimento para uno de los países con mayor número de habitantes. La pregunta es si esa ayuda aparecerá de manera oportuna para apoyar al pueblo paquistaní. Y no parece haber razones para creer que eso sea posible, ante el poco o casi nulo cumplimiento que han tenido las promesas que la comunidad internacional le hizo a Haití. No sobra recordar que el pasado 12 de enero, el más pobre de los países del hemisferio occidental fue arrasado por un terremoto que segó la vida de cientos de miles de haitianos, destruyendo literalmente casi cualquier vestigio de infraestructura y dejando más de cuatro millones de damnificados. Y desde entonces, los sobrevivientes viven en la penuria, con la incertidumbre de tener un gobierno maltrecho afectado por la corrupción e incapaz de utilizar en forma correcta la poca ayuda que les llega.Así como esos hechos han desatado la preocupación sobre lo que le acontece al planeta y los enormes peligros que acechan a la humanidad a causa del calentamiento global, también parece llegado el tiempo para pensar en cómo lograr el consenso que se requiere para atender las vicisitudes que acarrean los cada vez más frecuentes cataclismos. Porque el hambre y las necesidades que de ellos se derivan pueden desencadenar conflictos que repercutirán en la paz mundial, y porque ya no es suficiente la retórica para impedir esos conflictos, el mundo demanda de mecanismos efectivos para ayudar a los pueblos que como Haití y Paquistán padecen la tragedia.

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