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¿Y el Dagma para qué?

"...De la entidad creada hace 17 años con el propósito de defender los recursos naturales y el medio ambiente de los caleños, hoy queda un fortín burocrático dedicado a pagar favores políticos...".

7 de mayo de 2011 Por:

"...De la entidad creada hace 17 años con el propósito de defender los recursos naturales y el medio ambiente de los caleños, hoy queda un fortín burocrático dedicado a pagar favores políticos...".

Mientras Cali padece problemas medioambientales, el Dagma, la entidad que debía hacerles frente, se debate entre la ineficiencia en que la sumieron la burocracia y la politiquería, y la imposibilidad de acceder a los recursos de la sobretasa ambiental. Así, las soluciones no llegan y hoy la salud de dos millones de caleños está en riesgo, las reservas naturales se encuentran en peligro y muchas zonas de la ciudad viven bajo amenaza de tragedia.El capítulo más reciente es la denuncia de contaminación por mercurio y cianuro en tres afluentes del río Cali como resultado de la explotación minera ilegal en los Farallones. Como lo comprobó está semana el Alcalde, las entrañas de una de las más importantes reservas naturales del país se las están devorando los buscadores de oro. Su actividad, de no frenarse ya, terminará afectando la calidad del agua que consume el 30% de los caleños. El de la minería ilegal es un riesgo frente al que el Dagma ha actuado como convidado de piedra pese a conocerlo desde años atrás y a tener en sus manos las herramientas jurídicas para subsanarlo. Otro ejemplo es el Cerro de la Bandera, donde tantas veces se ha prohibido la explotación de carbón, como tantas más han regresado los mineros ilegales a arriesgar su vida y destruir el medio ambiente. La incapacidad del Dagma y de las últimas administraciones municipales para actuar, sancionar y corregir, se hace palpable cuando se conoce que Cali es una de las ciudades con mayor contaminación auditiva de América Latina. Y que en ciertos sectores los niveles de ozono en el aire sobrepasan los estándares permitidos. La ineficiencia sale a relucir, cuando en inviernos como el que azota a la región regresan los fantasmas de los deslizamientos en las laderas, por la permisividad con que se han manejado las invasiones en zonas de alto riesgo. También cuando se sabe que si no se desaloja, el jarillón sobre el río Cauca puede colapsar, amenazando la integridad de un millón de caleños. O cuando, teniendo siete ríos, la ciudad se queda sin agua por la turbiedad y la contaminación.De la entidad creada hace 17 años con el propósito de defender los recursos naturales y el medio ambiente de los caleños, hoy queda un fortín burocrático dedicado a pagar favores políticos. Envuelto, además, en escándalos que lo llevaron a protagonizar procesos penales. Están frescos en el recuerdo la compra del lote de El Ruby, en los Farallones de Cali, con un sobreprecio del 1.600% sobre su avalúo comercial, y la adquisición de predios rurales que al final se supo eran del municipio.Por la salud de la Cali y de sus habitantes, se requiere revisar el papel del Dagma. No para decir que se debe acabar la entidad, sino para preguntar qué han hecho las administraciones de los últimos 12 años y por qué no asumieron la defensa ambiental de la ciudad como les correspondía. A quienes aspiran a dirigir el municipio hay que recordarles que el medio ambiente es una prioridad a la que se le tienen que dar recursos para evitar que sigan los abusos que destruyen la calidad de vida de una ciudad con dos millones de habitantes.

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