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Vuelve la protesta

"Y en esta ocasión la cercanía de los comicios para escoger en primarias a los dos principales aspirantes a la Presidencia chilena, representando a la coalición y a la oposición, ha llevado a que el debate trascienda el ámbito de la manifestación estudiantil para alcanzar el tema de las formas en que el Estado debe tratar a la protesta ciudadana"

28 de junio de 2013 Por:

"Y en esta ocasión la cercanía de los comicios para escoger en primarias a los dos principales aspirantes a la Presidencia chilena, representando a la coalición y a la oposición, ha llevado a que el debate trascienda el ámbito de la manifestación estudiantil para alcanzar el tema de las formas en que el Estado debe tratar a la protesta ciudadana"

Miles de personas protestaron el miércoles de la semana pasada en Chile en nuevas manifestaciones convocadas por los estudiantes.En Santiago, 100.000 personas, según los estudiantes, y 20.000, según la Policía, participaron en una manifestación que finalizó con varios heridos y 70 detenidos. Adicionalmente, una decena de colegios secundarios, que servirán como centros electorales el próximo domingo, fueron ocupados por los estudiantes. Aunque ya se desalojaron, son indicio de la relación que hay entre las nuevas movilizaciones y el futuro político de la Nación.No es un contagio juvenil de las movilizaciones en Brasil, o de otras protestas similares que recorren el mundo. En Chile el movimiento estudiantil lleva un largo recorrido, que tuvo sus picos en 2011 y 2012, pero que se inició en 2006 durante el gobierno de Michelle Bachelet, en lo que se conoció como ‘la revolución de los pingüinos’.Algo que llama la atención, pues las protestas estudiantiles por lo general parecen salir de la nada y se desvanecen pronto, tan rápidamente como comenzaron. Pero en Chile son persistentes, organizadas, duraderas y todo parece indicar que aún tienen aliento para rato. De hecho son el principal escollo que ha enfrentado el gobierno de Sebastián Piñera, sin que haya podido superarlo, hasta el momento.Tal vez se deba, aparte de la organización y tradición de los jóvenes universitarios chilenos, a que su principal bandera, “una educación de calidad, pública y gratuita”, es una vieja aspiración burguesa, propia de la Revolución Francesa, que en Chile impacta a la sociedad. Según Noal Titelman, vocero estudiantil, “La mayoría de las familias chilenas tiene a algún miembro en el colegio o la universidad o está pagando deudas universitarias del pasado. Este tema afecta a todos”, aseguró. En efecto, datos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (Ocde) muestran que Chile tiene la educación superior más cara del mundo.Además, los estudiantes han reivindicado la protesta pacífica y se han opuesto a la presencia de encapuchados en sus manifestaciones -que se han presentado- granjeándose la simpatía ciudadana y el apoyo de muchos medios masivos. Pese a ello, las minorías violentas que siempre se infiltran en las protestas han logrado hacer de las suyas, sobre todo en los últimos eventos.Y en esta ocasión la cercanía de los comicios para escoger en primarias a los dos principales aspirantes a la Presidencia, representando a la coalición y a la oposición, ha llevado a que el debate trascienda el ámbito de la manifestación estudiantil para alcanzar el tema de las formas en que el Estado debe tratar a la protesta ciudadana.La expresidenta Michelle Bachelet, hoy precandidata favorita según las encuestas, señaló que “no puede haber un baño de sangre para que los colegios estén habilitados”.Tal afirmación causó enojo en el gobierno de Sebastián Piñera, que descartó que hubiese un operativo “con metralleta” en ciernes.Lo que indica que Chile aún tiene muchas cosas por resolver para ser una democracia en todo el sentido de la palabra. Y en el centro de todo está el acceso a la educación.

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