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Visita azarosa

América Latina, una región a la que hoy le resultan estimulantes los logros de la mayor parte de sus economías nacionales, hasta el punto de que Brasil, la punta de lanza de la prosperidad latinoamericana, ha alcanzado el lugar de la sexta potencia económica del mundo, no debe involucrarse en conflictos como los que Irán está desatando con su programa nuclear y las amenazas contra la navegación en el Golfo Pérsico.

7 de enero de 2012 Por:

América Latina, una región a la que hoy le resultan estimulantes los logros de la mayor parte de sus economías nacionales, hasta el punto de que Brasil, la punta de lanza de la prosperidad latinoamericana, ha alcanzado el lugar de la sexta potencia económica del mundo, no debe involucrarse en conflictos como los que Irán está desatando con su programa nuclear y las amenazas contra la navegación en el Golfo Pérsico.

Según los despachos internacionales, el presidente Ahmadineyad, cuestionado mandatario iraní, ha programado una gira por América Latina en la que prevé visitar Cuba, Nicaragua, Venezuela y Ecuador.Tanto las naciones a las que arribará como las circunstancias en que lo hace, indican que los asuntos a tratar no serán los recurrentes de ampliación de la relaciones internacionales y el aumento de intercambios comerciales, aunque así se diga, sino aquellos que propenden por la radicalización de las posturas antiestadounidenes y el fortalecimiento del antisemitismo en el subcontinente americano.Debe saberse que al filo del final del día 31 de diciembre de 2011, el presidente Obama sancionó una serie de medidas contra Irán, la principal de las cuales es la negación de crédito a las empresas que comercien con el Banco Central iraní, entidad encargada de la venta de petróleo, con lo que se afectan los ingresos de la nación persa.En respuesta, Ahmadineyad ordenó la realización de operaciones navales en el Estrecho de Ormuz que incluyeron el lanzamiento de varios misiles en aguas internacionales. Este Estrecho es la vía crítica por la que pasa la mayor parte del petróleo que sale del golfo pérsico a los mercados mundiales. Para muchas naciones occidentales el cierre del Estrecho de Ormuz equivale casi a una declaración de guerra. De hecho, la semana próxima se reunirá en Bruselas el Consejo Directivo de la Unión Europea para discutir sobre la imposición de nuevas sanciones a Irán, similares a las estadounidenses, si es que el gobierno persa persiste en sus amenazas a las economías occidentales y no suspende el desarrollo del programa nuclear en marcha.De allí las sospechas que despierta la gira del Mandatario iraní por las naciones del Alba. Pues estos cuatro países no poseen mayor importancia en el mercado mundial y tan sólo se destacan por el radicalismo de las posturas de sus presidentes con respecto a las relaciones con Estados Unidos. Su función es efectuar una labor de zapa en el seno de la comunidad latinoamericana, para dividir al subcontinente alrededor de cuestiones que no son de su interés prioritario.América Latina, una región a la que hoy le resultan estimulantes los logros de la mayor parte de sus economías nacionales, hasta el punto de que Brasil, la punta de lanza de la prosperidad latinoamericana, ha alcanzado el lugar de la sexta potencia económica del mundo, no debe involucrarse en conflictos como los que Irán está desatando con su programa nuclear y las amenazas contra la navegación en el Golfo Pérsico. La solidaridad latinoamericana no debe estar del lado de quienes actúan en forma amenazante contra la paz mundial.Y no sólo por un sentido de justicia, sino también por el interés supremo del bienestar de sus pueblos, que requieren de paz, tranquilidad y convivencia pacífica para aprovechar al máximo el buen momento de sus economías.El disenso, la controversia alrededor de asuntos ajenos e incluso la tentación de acceder a tecnología nuclear, que es lo que Irán puede brindar, no debieran ser bienvenidos en América Latina. Cuba, Nicaragua y Ecuador, al recibir al déspota iraní, sólo cosecharán más desprestigio.

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