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Victorias inciertas

"La idea de una guerra aséptica, tecnológica, en la que no hay presencia de soldados en el terreno, puede asegurar algunos resultados pero no parece que lleve al triunfo".

24 de noviembre de 2014 Por:

"La idea de una guerra aséptica, tecnológica, en la que no hay presencia de soldados en el terreno, puede asegurar algunos resultados pero no parece que lleve al triunfo".

Cuando el presidente estadounidense George W. Bush dio su discurso de “misión cumplida” en la cubierta del portaaviones USS Abraham Lincoln en mayo de 2003, declaró que los aliados habían “prevalecido”, sin atreverse a utilizar la expresión “victoria”.Una curiosidad, que subraya las características novedosas de las llamadas guerras del Siglo XXI. Antes, hasta la guerra del Vietnam, parecía claro cuándo una guerra acababa y quién había sido el triunfador o triunfadores. En términos generales la fuerza militar prevalecía y los enfrentamientos entre ejércitos terminaban con el predominio de unos sobre otros. Todos sabemos que en la Segunda Guerra Mundial triunfaron Inglaterra, Estados Unidos y Rusia, mientras Alemania, Italia y Japón resultaron derrotados.Once años después de salir de Iraq, las tropas estadounidenses están de vuelta -aunque como asesores- y su aviación, junto a algunos aliados, está atacando objetivos en la provincia de Anbar y otras. Iraq, como Afganistán, parece lejos de una ‘victoria’. Libia también, una pequeña guerra que pareció ser fácilmente ganada ahora parece muy distante de un resultado positivo. Y los recurrentes conflictos de Israel en Gaza parecen conseguir poco más que mantener la situación.¿Por qué no puede la fuerza militar asegurar un resultado definitivo que parecía alcanzable en el pasado? Viendo el panorama, el problema es el mismo. En todos estos casos de ejércitos al estilo occidental con superior acceso a la última tecnología no se pueden imponer en forma definitiva.Dos cosas vale la pena destacar. Primero, el contexto de la guerra ha cambiado al pasar de conflictos entre estados a conflictos con estados fracturados. Los ejércitos son muy útiles en el combate contra otros ejércitos, que es para lo que están entrenados. Pero luchar contra fuerzas en la sombra de un estado fallido del que apenas entiendes el idioma y cultura, es algo diferente.No hay que olvidar que el siglo se inauguró con la “guerra contra el terrorismo”, en la que no se sabe cuál es el enemigo, ni desde dónde opera. El enfrentamiento contra el Estado Islámico en Iraq y Siria podría ser un punto de inflexión en el que poco a poco comienzan los líderes occidentales y comandantes militares a insistir en que no es un susceptible de una solución exclusivamente militar.Al menos de la que se está desarrollando. La idea de una guerra aséptica, tecnológica, en la que no hay presencia de soldados en el terreno, puede asegurar algunos resultados pero no parece que lleve al triunfo. Adicionalmente, a Occidente parece repugnarle la idea de las guerras de ocupación en territorios del Tercer Mundo donde se han cosechado tantas derrotas en las últimas décadas.Para el escritor Ignacio Ramonet, que ha analizado las “guerras del Siglo XXI”, la diferencia estriba en que ya no las deciden los Estados sino asociaciones de multinacionales a las que ya no les importa tanto la victoria en el terreno, como las victorias en los negocios. En algunos casos, incluso es mejor que las guerras no lleguen a ninguna definición.

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