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Víctimas y política partidista

"Con marchas y ceremonias en varias ciudades del país se cumplió ayer el día de las víctimas. Y si bien fue notorio el interés por respaldar los esfuerzos de paz y la reivindicación a quienes han padecido los rigores de la violencia, también fue evidente el propósito de aprovechar la conmemoración con intenciones partidistas que desconocen la intención de unir a la Nación alrededor de la reconciliación".

10 de abril de 2015 Por:

"Con marchas y ceremonias en varias ciudades del país se cumplió ayer el día de las víctimas. Y si bien fue notorio el interés por respaldar los esfuerzos de paz y la reivindicación a quienes han padecido los rigores de la violencia, también fue evidente el propósito de aprovechar la conmemoración con intenciones partidistas que desconocen la intención de unir a la Nación alrededor de la reconciliación".

Con marchas y ceremonias en varias ciudades del país se cumplió ayer el día de las víctimas. Y si bien fue notorio el interés por respaldar los esfuerzos de paz y la reivindicación a quienes han padecido los rigores de la violencia, también fue evidente el propósito de aprovechar la conmemoración con intenciones partidistas que desconocen la intención de unir a la Nación alrededor de la reconciliación. Bien es sabido que el 9 de abril fue escogido para recordar la tragedia que a Colombia le han dejado décadas de violencia y de impunidad, así como el deber de reconocer las reparaciones que se le deben a millones de víctimas. Es allí donde se propuso la convergencia ciudadana para expresar la solidaridad con quienes han padecido los estragos de las múltiples formas de criminalidad que han azotado a la Nación, y la determinación de detener sus causas e impedir que se repitan en el futuro. Es en ese sentido que debe entenderse el llamado a participar en las movilizaciones. El propósito es generar puntos de acuerdo sin que ello implique desconocer la diversidad de opiniones, puntos de vista o propuestas políticas. Por eso, el día de las víctimas se constituyó como una oportunidad para convocar a los colombianos sin distingo de raza, de credo, de banderas o clases sociales. Así debe interpretarse el que se haya creado el Centro de Memoria Histórica frente al cual, el presidente Juan Manuel Santos y el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, exponentes de dos vertientes ideológicas distintas, encendieran la llama de la paz. O el hecho de que la Iglesia Católica se sumara en Cali a los actos que se realizaron para dar realce a la efeméridesOtra cosa se percibió en las manifestaciones, no muy caudalosas por cierto. Se vieron sí miles de personas desfilando en varias ciudades, vestidas de blanco y demostrando su interés. Allí se confundieron víctimas y familiares con autoridades y simpatizantes. Pero, hay que decirlo, también se notó el esfuerzo de grupos y dirigentes políticos conocidos de autos, por apoderarse de la expresión ciudadana para sus intenciones partidistas. Difícil de explicar a quienes simpatizan con la causa de los desplazados, de los secuestros de la guerrilla o de las masacres del paramilitarismo y el narcotráfico, la relación que tiene el Día de las Víctimas con la convocatoria a una constituyente que agitó el partido Marcha Patriótica de la dirigente Piedad Córdoba. O que se haya fletado una movilización masiva de campesinos a las ciudades, aprovechada para incentivar la discordia mediante el señalamiento y la discordia. El Día de la memoria y la solidaridad con las víctimas es un esfuerzo por construir la concordia a partir de los dolorosos hechos que han marcado la historia de Colombia. Por eso hay que hacer un llamado para que se conserve su propósito original. Lo contrario, permitir su politización y su manipulación, es crear un motivo más de discrepancia, de esos que alejan a los colombianos de los necesarios propósitos por llegar a ser una nación en paz y respetuosa de los símbolos que construye para lograr la anhelada reconciliación.

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