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Venezuela, dividida

"Es que quedó claro que Venezuela está dividida exactamente en dos mitades, lo que nada tiene que ver con una lucha entre los ricos y los desposeídos. Cuando se espera que el Estado sea el árbitro que llama a la conciliación y no a profundizar la confrontación, Maduro y sus socios se empeñan en agudizarla con un discurso alarmante, pleno de palabras como guerra, sabotaje, represión y terror".

17 de abril de 2013 Por:

"Es que quedó claro que Venezuela está dividida exactamente en dos mitades, lo que nada tiene que ver con una lucha entre los ricos y los desposeídos. Cuando se espera que el Estado sea el árbitro que llama a la conciliación y no a profundizar la confrontación, Maduro y sus socios se empeñan en agudizarla con un discurso alarmante, pleno de palabras como guerra, sabotaje, represión y terror".

Sí, según los apresurados datos del Consejo Nacional Electoral, el pasado domingo resultó elegido Nicolás Maduro como presidente de Venezuela. Pero a juzgar por el resultado y por lo que ocurre en las calles de Caracas y las demás ciudades del país vecino, el resultado sólo ha desatado una ola de protestas, exigencias y amenazas que nada bueno le auguran a la patria de Simón Bolívar. Infortunadamente, lo que fue un certamen electoral acalorado pero respetuoso se está transformando en una confrontación que puede llegar a incalculables consecuencias si la cordura no se hace presente en quienes hoy detentan el poder. Ahora mismo, grupos armados patrocinados por el Gobierno atacan a quienes protestan por lo que consideran como un fraude la elección de Maduro. Son grupos paramilitares que portan brazaletes con la bandera de Venezuela iguales a las que usaron los dirigentes chavistas en los rituales de su jefe, los cuales atacan cualquier asomo de oposición. Y mientras tanto, los cacerolazos ensordecedores se multiplican en toda Venezuela, como resultado de unas elecciones que dividieron por la mitad a la sociedad venezolana. Son miles de ciudadanos que acatan las instrucciones de Henrique Capriles, quien decidió pedir la revisión de los resultados, a cambio de lo cual recibió la amenaza del presidente candidato que el CNE declaró ganador en forma rauda. Por eso van a las sedes regionales del organismo electoral, arman manifestaciones espontáneas o golpean ollas en sus casas, expresando su rechazo al fraude, por primera vez en más de 10 años de hegemonía chavista. Lo que ha producido ya ocho muertes violentas y hace prever una situación aún peor.Es que quedó claro que Venezuela está dividida exactamente en dos mitades, lo que nada tiene que ver con una lucha entre los ricos y los desposeídos. Cuando se espera que el Estado sea el árbitro que llama a la conciliación y no a profundizar la confrontación, Maduro y sus socios se empeñan en agudizarla con un discurso alarmante, pleno de palabras como guerra, sabotaje, represión y terror. Es el idioma que usa contra la otra mitad, aquella que no cree en sus capacidades para dirigir a Venezuela, incluida la gran proporción de chavistas que votaron por Capriles, como lo demuestran los resultados del pasado domingo, decepcionados como están por la manipulación de que ha sido objeto su líder Hugo Chávez Frías. Por algo, un sector de los chavistas pide ya revisiones que tienen sabor a derrota.Así se demostró que al partido de Maduro no le sirvió ni el haber convertido al jefe en motivo de culto o en pajarito, ni le fue suficiente invocar la solidaridad partidista mediante la engañifa de declararse hijo del caudillo. Por eso debió recurrir al abuso de los recursos oficiales, a la compra descarada de conciencias, a la intimidación y al fraude del que ahora lo acusan. Y ahora recurre al grito desencajado, a prohibir las marchas de la oposición y a mostrarse como un poderoso dictador que acusa al imperio, en lugar de asumir su papel como presidente que llama a la unión para darle a su país un mejor futuro.

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