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Universidad y no violencia

Lo inaceptable es que la agitación producida por esa protesta social haya llevado al resurgimiento de intentos por convertir a las universidades en escenarios de hechos de violencia casi todos promovidos por miembros del Eln.

15 de noviembre de 2018 Por: Editorial .

Difícil de entender que en medio de un debate como el que se ha adelantado en Colombia por la universidad pública y su financiación, la del Valle deba suspender sus actividades para garantizar “la protección de la vida e integridad de los miembros de los diferentes estamentos universitarios y la defensa de sus bienes y del patrimonio público”. Ante tales razones debe pedirse la unidad de las autoridades y los caleños para proteger una institución vital para el progreso de nuestra sociedad, y para impedir que triunfen los propósitos de convertirla en foco de violencia.

Colombia lleva varios meses inmersa en el debate sobre la financiación de la universidad pública y la necesidad de fortalecerla como una de las grandes inversiones para garantizar su futuro. En ese propósito se han presentado toda clase de diálogos y de esfuerzos entre el Gobierno Nacional, los rectores de los centros de educación y los estudiantes.

Lo claro hasta ahora es que ya existe un acuerdo entre el Gobierno y los representantes de las universidades que contemplan cambios de importancia como aumentos en el soporte a los gastos, en el incremento que se venía aplicando de acuerdo a la inflación según la ley 30 de 1992. También parece haber un consenso con las gobernaciones para aportar un billón de pesos provenientes de las regalías que se reparten en las regiones.

Y queda la protesta estudiantil que hasta ahora se ha desarrollado de manera pacífica salvo por los atentados y los actos de violencia que según se sabe han sido desencadenados por intereses políticos o por miembros de grupos subversivos que pretenden sembrar el caos, aprovechando la tensión que existe en el país por diferentes razones. Ayer, a las marchas que transcurrieron en calma se sumaron movimientos como los de Fecode y se agregaron razones como la protesta contra la Ley de Financiamiento que hace tránsito en el Congreso, lo que demuestra la intención de desviar el movimiento estudiantil de sus verdaderos motivos.

Aunque para los estudiantes no es lo mejor mantener un paro cuyas causas ya están en vías de solución, esa expresión debe respetarse. Lo inaceptable es que la agitación producida por esa protesta social haya llevado al resurgimiento de intentos por convertir a las universidades como la Nacional, la Industrial de Santander y la del Valle, en escenarios de hechos de violencia casi todos promovidos por miembros del Eln.

Eso ha llevado a que Univalle haya tenido que suspender sus actividades. La certeza que tienen las autoridades de que sí existe esa infiltración y sobre la posibilidad de que ayer se produjeran ataques con explosivos y armas que fueron incautadas en el campus, es razón suficiente para tomar una decisión tan drástica que, ojalá, no se prolongue por mucho tiempo.

Esa es una forma inaceptable de utilizar el movimiento estudiantil mediante el uso del terror artero. A la universidad pública y en nuestro caso a Univalle hay que protegerla de quienes buscan cualquier cosa menos la educación o la mejora de ella para aumentar las posibilidades de progreso de la Nación colombiana.

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