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Unidad frente al terror

Pasados cuatro días del atentado cobarde contra un baño en el Centro Comercial Andino, hay que continuar alertas sobre los pasos que están dando las autoridades para descubrir la trama que lo hizo posible y sus autores.

19 de junio de 2017 Por: Editorial .

Pasados cuatro días del atentado cobarde contra un baño en el Centro Comercial Andino, hay que continuar alertas sobre los pasos que están dando las autoridades para descubrir la trama que lo hizo posible y sus autores. Para ello se requiere unir a los colombianos, pasando por alto las diferencias políticas y los intereses electoreros.

El terrorismo es ante todo un enemigo silencioso y traicionero que ataca de manera sorpresiva aprovechando la indefensión. Esa es la experiencia que ha vivido Colombia en épocas hasta ahora superadas, la misma que tiene a Europa y los Estados Unidos en la incertidumbre de cuándo y cómo será el próximo ataque.

Ante tales características, lo que corresponde en primer lugar es solidarizarse con las tres víctimas mortales y las ocho que resultaron heridas en el atentado en la Capital de la República. Lady Paola Jaime, Ana María Gutiérrez y Julie Huynh, esta última ciudadana francesa, fueron asesinadas por quienes detonaron una bomba en el servicio sanitario. Ellas deben recibir el homenaje de todo el país y sus familias las condolencias por la absurda tragedia que les ha tocado padecer.

Pero el mejor reconocimiento es descubrir quiénes fueron los autores de la explosión y ponerlos a buen recaudo. Ahora es imperativo y necesario descubrir las razones por las cuales perpetraron el atentado cobarde que, como todos los de su tipo, están dirigidos a sembrar el terror y la incertidumbre en la sociedad y en el país.

Colombia ha tenido que vivir varias épocas en las cuales el terrorismo fue usado por organizaciones de narcotráfico, por las Farc, por el ELN. Todas ellas se produjeron cuando los jefes de esos grupos decidieron desafiar y deslegitimar al Estado mediante el amedrentamiento que se produce cuando se ataca en forma indiscriminada a la ciudadanía, justificando el terror con falsas razones políticas que nadie en sus cabales puede reconocer.

Esas experiencias le enseñaron a reponerse de los daños. Más importante aún, le dejaron la lección de lo indispensable que es la unión y la solidaridad como mecanismo para erradicar la práctica nefasta e inhumana de sembrar explosivos en lugares concurridos y detonarlos sin importar el daño que causen o las muertes y heridas que produzcan.

Por eso hay que hacer el llamado a que se haga una pausa en la polarización política y se piense ante todo en el interés nacional, en encontrar la verdad y los autores del atentado en el Centro Comercial. Por supuesto, no se trata de cerrar filas alrededor de los partidos, del Gobierno o de la oposición, sino de demostrar que el país político y el país nacional no aceptan el terrorismo y están dispuestos a hacer lo necesario para impedir su macabro accionar.

Esa es la manera de enfrentar ese enemigo traicionero que apareció el pasado sábado en Bogotá y causó una tragedia que golpea a toda la nación y reclama justicia. Para ello se requiere dejar de lado la mezquindad, colaborar con las autoridades y anteponer los intereses de Colombia a la controversia política o a las intenciones por capturar adeptos mediante la división de los colombianos.

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