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Una historia absurda

11 de noviembre de 2010 Por:

Mientras sus empleados debe realizar paros para exigir el pago de cinco meses de salarios atrasados y los recursos para ofrecer atención por lo menos decente a sus pacientes, se conocen denuncias acerca de sobrecostos astronómicos pagados a intermediarios por suministros de drogas.

Si algo demuestra la necesidad urgente de tomar decisiones para rescatar el sistema de salud en Colombia y acabar con la corrupción que lo carcome, es la deplorable situación que atraviesan los hospitales de Cali, en especial el Mario Correa Rengifo. De carácter departamental, este centro de nivel 2 está ubicado en una de las zonas más deprimidas de la capital vallecaucana. Y debe atender a una población calculada en más de 100.000 personas que viven al oeste de la ciudad, en barrios de ingresos módicos o en invasiones que crecen llenas de carencias y necesitadas del apoyo para garantizar un mínimo de servicios públicos, como la atención a las enfermedades y las urgencias que allí se presentan. En teoría, está cumpliendo una de las funciones más importantes del Estado: poner el servicio de salud al servicio de los ciudadanos que no tengan capacidad para asumir los costos que ello implica. Es decir, atender a quienes están en el régimen subsidiado de la ley 100 de 1993.Pero en la práctica, la realidad del Correa Rengifo es por lo menos estremecedora. Su precaria situación económica, sumada a los frecuentes embates de la corrupción y el clientelismo, hacen que su situación sea cada vez más insostenible. Mientras sus empleados debe realizar paros para exigir el pago de cinco meses de salarios atrasados y los recursos para ofrecer atención por lo menos decente a sus pacientes, se conocen denuncias acerca de sobrecostos astronómicos pagados a intermediarios por suministros de drogas. Más grave aún es que ni el Departamento del Valle tiene los recursos suficientes para cubrir las necesidades del hospital ni el Municipio parece dispuesto a aumentar sus aportes, pese a que allí se atienden a personas que viven en Cali.Por supuesto, la mala administración está en la primera línea de las causas que generan la postración de un centro de salud necesario para la ciudad. Pero también debe mirarse el comportamiento de la Nación frente a los recursos que debe entregarle para atender los vinculados al régimen subsidiado, o frente a las demoras en pagar los servicios prestados por el Correa Rengifo. Cabe cuestionar la inexplicable distancia que toman tanto la Superintendencia como el Ministerio de la Protección Social en la vigilancia de entidades como ésta, a sabiendas de que crisis como la que padece el hospital causan un impacto social particularmente nocivo.Ahora que el Departamento ha entrado en una nueva etapa alejada de los discutibles manejos de la anterior administración, es oportuno pedirle al gobernador Francisco Lourido que atienda con urgencia la dramática situación por la que atraviesa el hospital Mario Correa Rengifo. Y reclamar al Congreso, y en especial al Gobierno Nacional, que aceleren la aprobación de la reforma sobre la salud, para detener la interinidad que afecta el sistema de salud pública en Colombia. Con ello se podrá evitar que se repitan historias tan tristes como ésta.

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