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Una buena decisión

"Aprobadas las facultades para que el Gobierno realice la reforma administrativa al Municipio, la tarea que sigue es adelantar los cambios de acuerdo con las necesidades de Cali. De la forma que se haga esa reforma dependerá el futuro de la ciudad y la posibilidad de solucionar muchos de los problemas que padecen los caleños".

20 de marzo de 2016 Por:

"Aprobadas las facultades para que el Gobierno realice la reforma administrativa al Municipio, la tarea que sigue es adelantar los cambios de acuerdo con las necesidades de Cali. De la forma que se haga esa reforma dependerá el futuro de la ciudad y la posibilidad de solucionar muchos de los problemas que padecen los caleños".

Aprobadas las facultades para que el Gobierno realice la reforma administrativa al Municipio, la tarea que sigue es adelantar los cambios de acuerdo con las necesidades de Cali. De la forma que se haga esa reforma dependerá el futuro de la ciudad y la posibilidad de solucionar muchos de los problemas que padecen los caleños.Durante tres meses se debatió en el Concejo la posibilidad de otorgar esas facultades al alcalde Maurice Armitage. Allí se escucharon todos los argumentos y se produjeron las presiones propias de un asunto del que, entre otras cosas, depende el reacomodo de la forma de entender la política y aplicarla en beneficio de los ciudadanos. Al final, el deseo de los concejales por aportar al cambio que requiere el Gobierno de Cali los hizo tomar una buena decisión e hizo posible superar las costumbres que impidieron modernizar una estructura que no responde a las realidades de la capital vallecaucana.Si se aplica como se espera, la autorización no debe ser usada para crecer la burocracia sino para legalizarla y darle un orden lógico. Se trata de terminar la interinidad que representa el que 4592 funcionarios sean contratistas a los cuales se les renueva el contrato cada año y sólo 1341 pertenezcan a una planta de cargos permanente. Con ello se evitará el tener que reconstruir cada doce meses a la Administración Municipal, perdiendo tiempo precioso en la atención a los problemas de la ciudad. Como ocurre en el Dagma, que tiene dos funcionarios de planta y cientos de contratistas.Así se terminará con la perniciosa tradición de mantener cuotas a concejales y dirigentes, que pueden cambiar de un momento para otro, dejando en la calle a funcionarios que, en muchísimos casos, hacen un buen trabajo. Es decir, la lealtad ya no será con el padrino sino con el servicio público para el cual se crearon los cargos. Y el control político que la Constitución les atribuyó a los concejales se deberá concentrar en vigilar la buena marcha de los asuntos públicos antes que en tratar de controlar la nómina y las cuotas de poder en cargos que no deben estar expuestos al azar y al clientelismo.La decisión del Concejo, que ha creado un precedente después de años en los cuales se bloquearon las posibilidades de reformar el municipio, abre la posibilidad de aplicar conceptos de administración pública de largo plazo, dirigidos a resolver los problemas de la ciudad. Es decir, de transformar la Administración de Cali en función de sus necesidades y de los requerimientos de las comunidades, adoptando las políticas de descentralización y desconcentración que se requieran para poner al gobierno más cerca de los ciudadanos. Además de realizar la reforma para la cual solicitó la autorización del Concejo, lo que sigue para el Gobierno Municipal es propiciar la participación de la sociedad en su desarrollo, mediante la consulta a sus expectativas sobre lo que debe ser la atención a sus necesidades y demandas de servicio. Con ello se dará vida a la intención de tener un Municipio moderno, capaz de interpretar lo que Cali necesita para superar muchas de sus dificultades. Ese es el desafío.

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