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Turquía juega su carta

Y es que si para Erdogan son válidos los ataques contra quienes considera enemigos por igual, el Estado Islámico y PKK, para los Estados Unidos, autorizados por ahora para utilizar la base área de Incirlik, el tema es mucho más complejo.

27 de julio de 2015 Por:

Y es que si para Erdogan son válidos los ataques contra quienes considera enemigos por igual, el Estado Islámico y PKK, para los Estados Unidos, autorizados por ahora para utilizar la base área de Incirlik, el tema es mucho más complejo.

La decisión de Turquía de declarar la guerra al Estado Islámico, EI, es la última jugada del rompecabezas de violencia que crece en Oriente. Con su entrada en la batalla, se involucra ya un miembro del Tratado de Atlántico Norte, Otan.La reacción del presidente Erdogan de atacar en la vecina Siria es respuesta al atentado terrorista que costó la vida a 30 activistas solidarios turcos en la ciudad de Suruc. Y pone en acción una alianza militar y política con Estados Unidos, que tiene tres propósitos fundamentales: la lucha conjunta y efectiva contra el EI; seguridad y estabilidad en Irak, y la consecución de un acuerdo que propenda por una salida al conflicto en Siria.Es evidente que el Estado Islámico figura como primer objetivo de la coalición y que la lucha promete ser larga por las particulares características de ferocidad y mimetismo del enemigo a vencer. Lo más significativo es que se suma a la batalla de la comunidad internacional contra el radicalismo representado por el EI, tras un largo y extraño silencio de Turquía ante la amenaza que le significan los extremistas.Pero ahí no terminan los problemas para el gobierno de Endorgan, que tiene viejos y graves asuntos internos sin resolver. Uno de ellos es el ilegal grupo armado PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán), con el que las conversaciones de paz que prometían arribar a buen puerto hace un tiempo se fueron diluyendo hasta llegar a un punto de no retorno. El asesinato de dos policías por el PKK, señalados por el grupo de colaborar con el EI en la masacre de Suruc, y la respuesta gubernamental de bombardear enclaves kurdos en Irak, despiertan un león dormido en la historia reciente de Turquía, con consecuencias impredecibles. Y es que si para Erdogan son válidos los ataques contra quienes considera enemigos por igual, el Estado Islámico y PKK, para los Estados Unidos, autorizados por ahora para utilizar la base área de Incirlik, el tema es mucho más complejo. No debe olvidarse que el Kurdistán forma parte de la lucha contra el régimen de Bazar el Assar, aparte de ser enemigo a muerte de los radicales, así coincidan en la intención de derrocar el régimen de Siria. Mientras el Estado Islámico no parece tener alternativas diferentes a la militar, y declara su odio a cualquier cosa que no esté de acuerdo con su interpretación extrema del Islam, el pueblo kurdo es parte del problema pero también de la solución en la región. Otro aspecto no menos inquietante es la reacción de Turquía contra los desplazados de la guerra en Siria. Su intención de construir un muro a lo largo de la frontera, supuestamente para aislar al EI, puede convertirse en elemento que atenta contra la solidaridad humana.La decisión de Turquía de autorizar a Estados Unidos para usar sus instalaciones militares para atacar al EI, así como la vinculación de su Fuerza Aérea en el mismo objetivo, indican que el país que sirve de nexo entre Europa y Oriente Medio entró de lleno a la guerra contra el grupo terrorista. Otro país que se suma al incendio que crece en la región más conflictiva de la tierra.

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