El pais
SUSCRÍBETE

Tiempo para la reconciliación

Durante una visita cargada de simbolismo y con el recuerdo fresco del atentado yihadista del pasado Domingo de Ramos contra las iglesias coptas de Alejandría y Tanta que dejaron 44 muertos, el Papa Francisco pidió en Egipto “denunciar todo intento de justificar cualquier forma de odio en nombre de la religión, y condenarlo como una falsificación idolátrica de Dios”.

30 de abril de 2017 Por: Editorial .

Durante una visita cargada de simbolismo y con el recuerdo fresco del atentado yihadista del pasado Domingo de Ramos contra las iglesias coptas de Alejandría y Tanta que dejaron 44 muertos, el Papa Francisco pidió en Egipto “denunciar todo intento de justificar cualquier forma de odio en nombre de la religión, y condenarlo como una falsificación idolátrica de Dios”.

Si bien fue una visita de 24 horas, la llegada del Papa a un país de inmensa mayoría musulmana tuvo grandes significados. Fue la oportunidad para que Francisco le ofreciera consuelo y esperanza a una golpeada comunidad cristiana que aún no se repone de los atentados terroristas del Estado Islámico. Y fue la ocasión para comenzar a recuperar los lazos de entendimiento perdidos con Islam, después de las declaraciones en el pasado de su antecesor, Benedicto XVI.

Por eso es de resaltar la intervención de Francisco en la Universidad de Al-Azhar, el primer discurso pronunciado por un Papa Católico en el principal centro teológico de 1.200 millones de musulmanes sunníes. Allí, hablando a los participantes de la Conferencia Internacional de Paz organizada por la Universidad de Al-Azhar, Francisco fue enfático al decir que “los líderes religiosos estamos llamados a desenmascarar la violencia disfrazada de presunta sacralidad”.

También se hizo evidente su llamado a la reconciliación y, sobre todo, al respeto a la libertad religiosa. En ese sentido, el Santo Padre no desaprovechó la oportunidad en El Cairo para pedir respeto por los cristianos en Egipto e insistir en que la mejor manera de construir un futuro es reconociendo los derechos y las libertades fundamentales, en referencia a grupos radicales terroristas como el EI.

El Papa tuvo espacio para llamar la atención por los experimentos populistas que han ganado espacio en el primer mundo. Sus palabras en el sentido de que hoy el mundo necesita constructores de paz y no provocadores de conflictos, que se requieren más predicadores de reconciliación y no vendedores de destrucción, debieron llegar a oídos de quienes se embarcan en conflictos bélicos o amenazan con nuevas guerras.

En su reunión con el presidente Abdel Fatah Al Sisi, Francisco prefirió no mencionar las denuncias de violaciones a los derechos humanos sino que optó por darle un tácito respaldo en sus palabras. Seguramente, atendiendo los intereses de la comunidad cristiana de Egipto y pensando en los equilibrios geopolíticos que se mueven en esta conflictiva zona del mundo.

Es de esperar que el mensaje de reconciliación de este Papa, que viene de un continente que no ha sido tierra fértil para las luchas religiosas, encuentre eco en un momento crucial de la humanidad en el que los extremos religiosos aprovechan la ignorancia, incendian países y causan guerras. En su homilía del sábado ante más de 25.000 cristianos el Papa dejó su último gran mensaje de reflexión en El Cairo: “A Dios sólo le agrada la fe profesada con la vida, porque el único extremismo que se permite a los creyentes es el de la caridad. Cualquier otro extremismo no viene de Dios y no le agrada”.

AHORA EN Editorial