El pais
SUSCRÍBETE

Terrorismo y desconcierto

Lo que existe es la intención de sembrar el terror, de demostrar que nadie está a salvo y de vincular a los inmigrantes acogidos en forma generosa por Alemania a lo que el yihadismo ha calificado como una cruzada contra el mal.

27 de julio de 2016 Por:

Lo que existe es la intención de sembrar el terror, de demostrar que nadie está a salvo y de vincular a los inmigrantes acogidos en forma generosa por Alemania a lo que el yihadismo ha calificado como una cruzada contra el mal.

La oleada de ataques terroristas en Europa llegó a una Iglesia Católica en Francia. Lo que en apariencia son ataques de personas desesperadas se está descubriendo como un intento por sembrar el miedo y despertar la reacción contra los inmigrantes y contra todo aquello que signifique el Islam. El último asalto se produjo en la iglesia de Saint-Etienne-du-Rouvray, donde degollaron al sacerdote y filmaron su ejecución. De 84 años, el prelado Jacques Hamel oficiaba una misa ante cinco personas. No tenía pues una connotación especial para ser considerado como de alto riesgo, salvo por su significado como representante del catolicismo en una iglesia y por la manera salvaje como fue asesinado. Y porque minutos después fue reivindicado por el Estado Islámico como ejecutado por dos de sus soldados. Es lo mismo que ocurrió después de los atentados en Alemania, donde sujetos con aparentes desequilibrios mentales atacaron en un tren a una familia, dispararon en un centro comercial de Munich o detonaron una bomba en un pequeño pueblo de Baviera. Es la fórmula ideal para sembrar desconcierto en uno de los países más tranquilos del mundo.Parecería que los crímenes son ejecutados en forma aislada por personajes con problemas mentales, como el que arroyó y mató a un centenar de personas en Niza, al sur de Francia. Pero sería necio desconocer que todo ello está obedeciendo a un método estudiado por una organización y con un objetivo claro: crear desconcierto. Por eso ya no puede decirse que los criminales son alienados o fanáticos independientes que atacan para defender sus creencias. Tampoco puede afirmarse que es una estrategia para derrotar la democracia occidental. Por el contrario, lo que existe es la intención de sembrar el terror, de demostrar que nadie está a salvo y de vincular a los inmigrantes acogidos en forma generosa por Alemania a lo que el yihadismo ha calificado como una cruzada contra el mal. Es también el propósito de crear hechos para generar la reacción del extremismo radical de la xenofobia contra esos inmigrantes.Lo que no debe negarse es la incapacidad de las autoridades de Europa para reaccionar contra los ataques, y su insistencia en actuar cada país por su lado, a pesar de que el terrorismo tiene un patrón común. En el último de los casos, uno de los atacantes era seguido por las autoridades francesas, tenía un brazalete electrónico y era conocido por sus andanzas y sus condenas. Sin embargo, pudo realizar su fechoría. Es la repetición de historias que pudieron evitarse, pero a cuyos autores los defendió el principio democrático de la libertad. El desconcierto crece en Europa. Sin embargo, no es la hora para dar paso a los extremos de pensar que la intención es acabar con el continente. Lo que no puede negarse es que es la manera del extremismo islámico de trasladar a las naciones civilizadas la guerra que se vive en oriente medio y la barbarie de sus métodos inhumanos para imponer la “sharia”. Y la intención de revivir las confrontaciones culturales de la edad media, donde la irracionalidad produjo un choque que sin duda aún no termina.

AHORA EN Editorial