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Terrorismo o paz

Ahora, mientras se anuncian acercamientos para entablar otro proceso de diálogo con el ELN, sus integrantes intensifican el terrorismo indiscriminado contra los colombianos. Esa es su forma de demostrar poder y tratar de ocultar su enorme debilidad. O de tratar de hacer presencia, mientras sus cabecillas descansan en Venezuela rodeados de toda suerte de comodidades y garantías y alejados de la realidad nacional.

2 de julio de 2014 Por:

Ahora, mientras se anuncian acercamientos para entablar otro proceso de diálogo con el ELN, sus integrantes intensifican el terrorismo indiscriminado contra los colombianos. Esa es su forma de demostrar poder y tratar de ocultar su enorme debilidad. O de tratar de hacer presencia, mientras sus cabecillas descansan en Venezuela rodeados de toda suerte de comodidades y garantías y alejados de la realidad nacional.

Como si el terrorismo fuera su única estrategia para demostrar algún tipo de poder que obligue al Estado a negociar con ellos, los miembros del ELN atacaron un campamento en el complejo petrolero de Caño Limón Coveñas, donde civiles desarmados asistían a una misa el pasado domingo. La pregunta es si dejar a 16 personas heridas mediante la explosión de cilindros bomba debe ser considerado como una muestra de la intención de llegar a un acuerdo de paz. El hecho forma parte de una continuidad de ataques terroristas que no tienen explicación distinta a demostrar una falsa capacidad de producir daño a la sociedad. El pasado 20 de junio hicieron lo mismo al lanzar una bomba contra una instalación de la Policía en un parque de Bogotá, dejando 3 personas heridas. Son hechos que no pueden ser desconocidos así el interés del gobierno reelegido hace dos semanas sea el entablar diálogos para una negociación que lleve a la desmovilización de esa guerrilla.Ahora anuncian un paro armado en el oriente del país, dizque para “celebrar los cincuenta años de fundación” del grupo. La lista de hechos contra la Nación causados por él podría alargarse en forma indefinida durante medio siglo de frustraciones, fracaso y violencia inútil, de ciudadanos muertos innecesariamente; de sacrificio de personas como el sacerdote Camilo Torres y centenares de sus militantes desconocidos; de secuestros aterradores como los cometidos en la Iglesia La María y el kilómetro 18 de la carretera al mar en Cali; o de actos inhumanos como la infame masacre contra personas indefensa en Machuca, donde murieron 84 colombianos. Pero también pueden citarse la serie de diálogos que han planteado, con el supuesto interés de lograr la transformación de nuestra Nación. Transformación que, a juzgar por las actitudes de sus dirigentes, pasa por aceptar el totalitarismo y la destrucción de las libertades en Colombia. Esas son las razones por las cuales han fracasado todas las iniciativas de diálogo que han surgido incluso desde la llamada sociedad civil, acompañadas siempre por gestos del Estado para facilitar las posibles negociaciones. Ahora, mientras se anuncian acercamientos para entablar otro proceso de diálogo con el ELN, sus integrantes intensifican el terrorismo indiscriminado contra los colombianos. Esa es su forma de demostrar poder y tratar de ocultar su enorme debilidad. O de tratar de hacer presencia, mientras sus cabecillas descansan en Venezuela rodeados de toda suerte de comodidades y garantías y alejados de la realidad nacional. Y de desviar la atención sobre el hecho cierto de que su estructura está fracturada, y que el narcotráfico como fuente de riqueza, así como la extorsión al sector petrolero y el secuestro, reemplazaron las ideas de quienes fundaron el grupo, con el patrocinio del gobierno de Cuba. Así están las cosas con el ELN. Por eso hay que respaldar la intención de las autoridades de intensificar su actuación contra una organización que nunca ha demostrado una voluntad sincera de sentarse a dialogar para darle fin a su violencia contra los colombianos.

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