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Terrorismo en el Cauca

3 de septiembre de 2010 Por:

El martes pasado, 5.000 personas marcharon en Caloto para protestar contra la violencia de la guerrilla y contra la voladura en la planta de energía.

Perdida entre las noticias que publican a diario los medios de comunicación, está la voladura de la tubería de conducción de agua que alimenta la central de generación de energía de la cual se sirven las cabeceras de decenas de veredas y dejó sin agua potable a 4 municipios con más de 100.000 personas. Es el terrorismo que destruye la calidad de vida de la gente sencilla, como retaliación a la acción de la Fuerza Pública que desmantela el poder de las Farc en la región y su negocio del narcotráfico.El hecho se produjo el lunes 30 de agosto y el objetivo fue la central hidroeléctrica General Cauca, ubicada en la Vereda Santa Rita, corregimiento de El Palo en el municipio de Caloto. Aunque no hubo pérdidas de vidas humanas, cientos de miles de personas deben ser reconocidas como víctimas. Son los habitantes de Caloto, Villa Rica, Puerto Tejada y Guachené, que se quedaron sin agua potable por varios días. Y son las casas de habitación y los negocios que quedaron sin fluido eléctrico. Por fortuna, el sistema de interconexión permitió superar la falta de energía. Pero el daño está hecho.La voladura de la tubería se produce en momentos en que la Fuerza Pública avanza de manera decidida en el desmantelamiento del imperio de terror y delincuencia que las Farc explotaban en esa región durante las últimas décadas. Ese imperio, que les ha permitido mantener extensas áreas de cultivos ilícitos además de establecer corredores por los cuales movilizaban su poder destructor, es el que hoy es desarticulado por la Autoridad Legítima, decomisando enormes cantidades de alucinógenos de su propiedad y desbaratando sus redes de colaboradores, a través de las cuales han sembrado el miedo en la región. El martes pasado, 5.000 personas marcharon en Caloto para protestar contra la violencia de la guerrilla y contra la voladura en la planta de energía. Cabría preguntar por qué las organizaciones dedicadas a la supuesta defensa de los Derechos Humanos no se han pronunciado contra ese atentado, un verdadero crimen contra miles de personas de escasos recursos económicos. Y si es necesario el derramaniento de sangre para que sus dirigentes reclamen la presencia de la justicia internacional que juzgue con rigor el acto terrorista cometido por las Farc contra los ciudadanos del norte del Cauca. Y para que se manifiesten con la misma vehemencia con que acusan a los servidores públicos que no son de su agrado o combaten al terrorismo disfrazado de ideologías políticas.Además de la presencia del Ejército y la Policía, los habitantes del Norte del Cauca necesitan que se exprese la solidaridad de los colombianos frente al peligro que están viviendo. Aunque la voladura del tubo no es el único acto terrorista que han debido padecer en los últimos meses, ella sí es la demostración de lo que las Farc están dispuestas a hacer para mantener sus feudos hoy en extinción. Por eso, la decisión política y el respaldo del país a sus habitantes será la manera de defenderlos de la estrategia de quienes los han convertido en rehenes de sus fechorías.

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