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Terror en oslo

"...La idea de que una persona que posea fuertes convicciones ideológicas, políticas o religiosas, puede convertirse en un peligro para la sociedad, es, absurda e intolerante. En el caso de Anders Behring, como se llama el confeso criminal, un administrador de empresas y empresario sin antecedentes penales, parece tratarse más bien de un caso patológico que de uno religioso o político...".

25 de julio de 2011 Por:

"...La idea de que una persona que posea fuertes convicciones ideológicas, políticas o religiosas, puede convertirse en un peligro para la sociedad, es, absurda e intolerante. En el caso de Anders Behring, como se llama el confeso criminal, un administrador de empresas y empresario sin antecedentes penales, parece tratarse más bien de un caso patológico que de uno religioso o político...".

El pasado viernes 22 de julio será recordado como “el día en que Oslo estalló”, para utilizar la expresión de un transeúnte que vio la explosión de la bomba en el centro de la capital de Noruega, cerca de los edificios gubernamentales.Aquello fue apenas la primera parte del drama. Poco después un hombre vestido de policía irrumpió en la isla de Utoya, donde se celebraba un encuentro de las Juventudes Laboristas, reunió a los jóvenes pretextando informarles de lo sucedido en el centro de Oslo, y abrió fuego contra ellos de manera fría y premeditada.La bomba mató a 7 personas y 92 más fueron asesinadas en la isla. Noventa y nueve asesinatos en la capital de uno de los países más pacíficos del mundo. Con razón el Gobierno manifestó que “es el día más triste para Noruega, desde la invasión nazi en la Segunda Guerra Mundial”.Desde luego, la opinión mundial está conmocionada, pues este tipo de acontecimientos podrían suponerse en países como Colombia durante la época de los carros-bomba de Pablo Escobar, o en la iglesia de Bojayá con el cilindro-bomba de las Farc, o también en el Medio Oriente con la horrorosa matanza de refugiados palestinos en Sabra y Shatilla, o en la antigua Yugoeslavia durante la desmembración del estado creado por Tito, e incluso aún en Estados Unidos, con su patología de los asesinos en serie y la permisividad legal para que cualquiera adquiera armas y municiones de asalto.Pero no en Noruega, que en el 2010 fue clasificado como el país con mejor índice de desarrollo humano del mundo y también como el más pacífico y seguro, de acuerdo con un estudio de Global Peace de 2007. Esta nación, que forma parte de los ‘Estados virtuosos’ del norte de Europa junto con Dinamarca, Suecia y Finlandia, posee una de las economías más solidas y productivas a nivel internacional, alcanza los más altos índices de calidad de vida y el desempeño de sus estudiantes en la pruebas de conocimientos siempre sobresale. Noruega es símbolo de prosperidad, educación de alto nivel, tolerancia, respeto y convivencia pacífica. Nada de ello es apariencia o propaganda, sino realidad comprobada. Tanto es así que, en un mundo agobiado por la violencia, los hechos del 22 de julio son reportados por los medios escandinavos como “el primer acto terrorista en la vida moderna de Noruega”. Y, hasta donde se sabe, se trató de un solo individuo, que fue definido como un hombre “de derechas y un fundamentalista cristiano”. Lo que no quiere decir nada, pues ser fundamentalista, de cualquier signo ideológico o religioso, no equivale a convertirse en terrorista o asesino.La idea de que una persona que posea fuertes convicciones ideológicas, políticas o religiosas, puede convertirse en un peligro para la sociedad, es, absurda e intolerante. En el caso de Anders Behring, como se llama el confeso criminal, un administrador de empresas y empresario sin antecedentes penales, parece tratarse más bien de un caso patológico que de uno religioso o político, a despecho de sus propias convicciones personales.Lo sucedido en Oslo nos recuerda que aún en las sociedades más felices, la compleja condición humana puede destruir la convivencia.

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