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Terror en Australia

"Después del secuestro, el Gobierno australiano repite una y otra vez que se trató de un caso aislado, que no constituye una amenaza seria para la tranquilidad de un país caracterizado por la diversidad de razas y culturas, entre las cuales están los inmigrantes provenientes de los países islámicos que buscan oportunidades y refugio".

16 de diciembre de 2014 Por:

"Después del secuestro, el Gobierno australiano repite una y otra vez que se trató de un caso aislado, que no constituye una amenaza seria para la tranquilidad de un país caracterizado por la diversidad de razas y culturas, entre las cuales están los inmigrantes provenientes de los países islámicos que buscan oportunidades y refugio".

Con dos rehenes y el secuestrador muertos, terminó ayer la pesadilla en el café Lindt de Sidney, Australia. Aunque el gobierno y el periodismo de ese país hacen esfuerzos por mostrar el ataque como un hecho aislado producto de un personaje extraño, queda la duda de si éste fue un acto de terrorismo deliberado, llamado a crear confusión en una de las naciones más pacíficas del mundo.Dieciséis horas duró el secuestro, hasta que la Policía se decidió a atacar el café, ubicado en el centro financiero de Sidney, frente a un canal de televisión. El atacante, un refugiado de origen iraní que abrazó la rama suní y se autoproclamó clérigo y jeque, que además era conocido por múltiples acusaciones, incluido el posible asesinato de su exesposa, llegó al lugar blandiendo un arma e instalando banderas alusivas al Islam y al Estado Islámico. ¿Cómo pudo hacerlo a pesar del prontuario que le guardaba la eficiente Policía?Según las autoridades, no hubo posibilidad de lograr una negociación que evitara el fatal desenlace. Y si bien 15 rehenes escaparon con vida, dos inocentes murieron en el asalto que realizó la Policía, reconocida por ser una de las más entrenadas contra el terrorismo. Después de los hechos, el Gobierno australiano repite una y otra vez que se trató de un caso aislado, que no constituye una amenaza seria para la tranquilidad de un país caracterizado por la diversidad de razas y culturas, entre las cuales están los inmigrantes provenientes de los países islámicos que buscan oportunidades y refugio.Por supuesto, el mundo occidental espera y confía en que todo sea como el Gobierno de Australia dice. Sin embargo, no sobra hacer mención al estratégico sitio escogido por el terrorista, frente a un canal que grabó y transmitió toda su aventura. Como tampoco puede ignorarse que sólo unos meses antes, el Parlamento australiano había aprobado uno de los regímenes más duros del planeta para combatir ese terrorismo que nace del fanatismo y lleva a cometer actos demenciales contra inocentes y en sitios simbólicos. Aunque en este caso fueron pocas las víctimas, para algunos eso mismo da a entender que se puede estar iniciando una nueva estrategia, la de los blancos pequeños que aterran a la sociedad en su conjunto.Tampoco puede desconocerse que se cuentan por cientos los australianos que han viajado a integrarse a las huestes de los grupos más radicales, incluido el Estado Islámico, varias decenas de los cuales han regresado a su país. ¿A qué han vuelto? ¿Acaso están arrepentidos de su aventura? Las respuestas a esas preguntas las debe tener la Inteligencia de la nación que a su vez forma parte de la Comunidad Británica.A partir de ayer, el temor es otro: la posible reacción contra la comunidad musulmana de Australia que de todas las formas posibles rechazó el ataque y el proceder del terrorista. Es de esperar entonces que las autoridades logren apaciguar los ánimos, devolver la confianza y reparar el daño causado por un ataque en apariencia producto de una mente desquiciada que usó la religión de Mahoma para aterrorizar a quienes lo acogieron con generosidad sin límite.

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