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Soluciones para el café

"Son pues muchos los problemas que padecen los cafeteros. Y Colombia debe oírlos y apoyarlos como representantes del campesino nacional y de las soluciones que se pueden construir a partir de la economía solidaria".

27 de febrero de 2013 Por:

"Son pues muchos los problemas que padecen los cafeteros. Y Colombia debe oírlos y apoyarlos como representantes del campesino nacional y de las soluciones que se pueden construir a partir de la economía solidaria".

El paro de los cafeteros, el primero en la larga historia de un cultivo que durante un siglo ha sido constructor del tejido social de la Nación y protagonista de primer orden en la economía colombiana, es la expresión de una inconformidad que debe ser escuchada. Por encima de todo está la obligación de dar respuestas a un sector que congrega a 560.000 familias y que demuestra la fortaleza del campo en el aporte de riqueza y desarrollo social de un país. Por supuesto, la violencia que se ha presentado en algunas de las manifestaciones debe ser rechazada por que nada logrará la protesta con usar las vías de hecho. Pero sí conseguirá que la opinión nacional descalifique el reclamo de quienes buscan respuestas a su problema. Más aún, cuando el Gobierno Nacional se ha mostrado dispuesto a escuchar las demandas y a buscar soluciones para los caficultores. Dicho lo anterior, hay que empezar por conocer las razones que motivan a los cafeteros a salir a la calle. Es que, con excepción de un período entre octubre de 2011 y marzo de 2012, están trabajando a pérdida, pues producir una arroba cuesta $65.000 y el ingreso que genera apenas llega a los $55.000, incluida la ayuda del gobierno. A ello se debe agregar la revaluación del peso y la llegada de la llamada enfermedad holandesa, quizás los más grandes enemigos de la agricultura y la industria nacionales. Además, la productividad ha caído a índices dramáticos, debido al crudo invierno y a la renovación de cafetales. Pero también se debe reconocer que el modelo del negocio está en el centro de la crisis por que los deja expuestos a la voluntad de los intermediarios. En efecto, al limitarse a vender café verde a las tostadoras internacionales, los productores han aceptado recibir sólo el 10% del ingreso que genera el negocio del café calculado en US$100.000 millones por año.Frente a ello, la iniciativa de crear las tiendas Juan Valdez fue un tímido intento de la Federación Nacional de Cafeteros por llegar al consumidor final. Pero es claro que al omitir la búsqueda de socios que le ofrezcan una mayor participación en el negocio, son los tostadores los que manejan el precio y producen variaciones como la caída de los últimos diez meses. Y lo que es más preocupante, lleva a la Federación a depender cada vez más de los recursos del Estado, con lo cual se limita la autonomía de los cafeteros mientras se produce la intervención del Gobierno en asuntos como la elección de sus directivos, así hoy existan 320.000 personas con capacidad de elegir los directivos del gremio. Son pues muchos los problemas que padecen los cafeteros. Y Colombia debe oírlos y apoyarlos como representantes del campesino nacional y de las soluciones que se pueden construir a partir de la economía solidaria. Antes que descalificar la protesta como lo hizo el presidente de la Federación al catalogarla de “inútil”, y de aplicar decisiones que acaben con el modelo como proponen los defensores del neoliberalismo, el país esta obligado a hacer viable la caficultura y a fortalecer un modelo que durante 86 años ha permitido llevar paz y progreso a millones de colombianos.

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