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Sin pólvora, sin tragedias

"De poco servirán las sanciones, que además de multas prevén por ejemplo retirar la patria potestad a los padres de menores afectados, si no se educa a la población para que entienda la amenaza que encierra el uso de la pólvora en manos inexpertas y sin los debidos controles".

1 de diciembre de 2012 Por:

"De poco servirán las sanciones, que además de multas prevén por ejemplo retirar la patria potestad a los padres de menores afectados, si no se educa a la población para que entienda la amenaza que encierra el uso de la pólvora en manos inexpertas y sin los debidos controles".

Treinta y ocho colombianos empezarán hoy la celebración de Navidad y Año Nuevo con sus cuerpos quemados o mutilados. Son las primeras víctimas que deja la pólvora apenas finalizando noviembre. Una cifra que obliga a que la sociedad, las familias y las autoridades, asuman la responsabilidad de evitar que el número de afectados crezca en este diciembre y se proteja la vida de los niños, siempre los más afectados.Como ha sucedido en los últimos años pese a las campañas y a las normas adoptadas por los municipios para prohibir la venta y uso de pólvora, el 2011 dejó una amarga experiencia: 1.007 personas resultaron heridas o murieron, de las cuales 516 eran menores de edad; el Valle del Cauca, con 151 víctimas, fue la segunda región con mayor cantidad de quemados. Es la consecuencia de la forma irresponsable en que algunos aún defienden el uso de fuegos artificiales como una tradición que le da esplendor a la época decembrina, o de quienes recurren al discurso lastimero que pretende avalar la industria de la pólvora porque es la fuente de ingresos de muchas familias de escasos recursos. La realidad demuestra que aquí se trata de preservar la vida, precisamente de los más pobres, y que para ello las autoridades tienen que hacer cumplir con contundencia las normas y decretos que, como en el caso de Cali, prohiben por completo la comercialización de esos materiales durante esta época.La tarea no es fácil en una sociedad acostumbrada a romper las reglas y a pensar que lo malo les pasa a los demás pero no a sí mismos. De poco servirán las sanciones, que además de multas prevén por ejemplo retirar la patria potestad a los padres de menores afectados, si no se educa a la población para que entienda la amenaza que encierra el uso de la pólvora en manos inexpertas y sin los debidos controles. Ese proceso pedagógico empieza por los niños, a quienes se les debe enseñar los peligros de manipular cualquier clase de pólvora y concientizarlos sobre la obligación de rechazar su uso. Ni luces de bengala, ni volcanes, ni totes o diablitos. Todos por igual pueden provocar quemaduras irreparables en el cuerpo, mutilaciones de miembros, pérdida de los ojos o intoxicaciones. La tarea será imposible si el ejemplo no empieza con los mayores. Cómo prohibirles o pedirles a los menores de edad que no acepten la pólvora si ven a sus padres usarla y divertirse con ella. Los adultos son los responsables directos de que no haya un solo quemado en esta época y de evitar que sus hijos se conviertan en las siguientes víctimas. Colombia se merece una Navidad y un fin de año sin los dramas que genera el uso de la pólvora. Que a los hospitales, ya de por sí saturados en esta época, no lleguen niños o adultos heridos y mutilados por su manipulación. De la contundencia con la que las autoridades ejerzan los controles sobre su comercialización y uso ilegal, así como de la responsabilidad que asuman la sociedad y en especial las familias, dependerá que estas sean unas fiestas ajenas a la tragedia que causa la pólvora.

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