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Setenta años de la ONU

"Como ha ocurrido antes, los asuntos que generan conflictos o aquellos que tienen capacidad de ocasionar confrontaciones mundiales no pasan de ser meras enunciaciones que no logran promover la movilización que conjure las amenazas. Ni siquiera la necesidad de transformar la espesa y en muchas ocasiones inútil burocracia de la ONU suscita el debate que lleve a hacerla más eficaz en la búsqueda de la paz y la convivencia universal".

25 de septiembre de 2015 Por:

"Como ha ocurrido antes, los asuntos que generan conflictos o aquellos que tienen capacidad de ocasionar confrontaciones mundiales no pasan de ser meras enunciaciones que no logran promover la movilización que conjure las amenazas. Ni siquiera la necesidad de transformar la espesa y en muchas ocasiones inútil burocracia de la ONU suscita el debate que lleve a hacerla más eficaz en la búsqueda de la paz y la convivencia universal".

Hoy tendrá lugar en Nueva York la Asamblea General que conmemorará los 70 años de la Organización de Naciones Unidas, ONU. Aunque se tratarán los temas acordados en la agenda del aparato burocrático más grande del planeta, y se dará protagonismo a los presidentes y mandatarios de sus 193 miembros, la reunión debería ser aprovechada para preguntar si la entidad mundial ha cumplido la misión que le dio origen. La Asamblea es el gran evento de la comunidad internacional. Durante los próximos días desfilarán decenas de gobernantes por la sede del organismo que echarán sus discursos, cada uno referido a sus propuestas particulares, a su visión individual y a sus logros en sus respectivos países. Todos tendrán el tiempo para expresar sus opiniones sobre la situación mundial y dar cabida a su explicable afán de protagonismo, y no en pocos casos se utilizará el lenguaje bélico y retador contra sus vecinos, contra las potencias mundiales o a favor de las ideologías.Pero, como ha ocurrido antes, los asuntos que generan conflictos o aquellos que tienen capacidad de ocasionar confrontaciones mundiales no pasan de ser meras enunciaciones que no logran promover la movilización que conjure las amenazas. Ni siquiera la necesidad de transformar la espesa y en muchas ocasiones inútil burocracia de la ONU suscita el debate que lleve a hacerla más eficaz en la búsqueda de la paz y la convivencia universal. Por eso nada hace prever que el asomo de catástrofes como el cambio climático mueva los resortes necesarios para obligar a la comunidad internacional a cumplir los acuerdos que defiendan a la tierra de los abusos. Y ni siquiera la escasez de agua potable, el deshielo de los polos o el crecimiento de las áreas agotadas por la desertización, hacen posible que los países miren más allá de sus fronteras. Tampoco las guerras que como la de Iraq y Siria están causando un nuevo holocausto, parecen lograr que la ONU desempeñe el papel de guía que convoque la movilización del mundo para preservar la convivencia.De otra parte, la historia muestra que el drama de los desplazados, de los refugiados o los inmigrantes, anuncia conflictos donde se impone la capacidad de destrucción por encima de la posibilidad de encontrar las soluciones. Por eso, la amenaza que se cierne sobre Europa tiene su antecedente en la desigualdad que padece África donde no existen oportunidades, en las guerras de Oriente Medio y Afganistán y en la ilusión que despierta el viejo continente.Igual ocurre en América, con otras motivaciones que van desde la política interna de los Estados Unidos donde once millones de inmigrantes aguardan su legalización, hasta la persecución del régimen que gobierna a Venezuela contra los colombianos. Como ocurrió en los años anteriores a las dos Guerras Mundiales, esos hechos empiezan a despertar la xenofobia y el consecuente rechazo, amenazando con desencadenar conflagraciones.Son muchas las razones para pensar que el momento es crítico, y que es producto de problemas sin solución que crecen hasta convertirse en inmanejables. Frente a ello, ¿dónde está la ONU?

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