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¿Será verdad?

"Lo cierto es que el documento leído en La Habana es un esfuerzo de las Farc por ponerse al mismo nivel del Estado, para tratar de conseguir que se les perdonen todas las fechorías que han cometido contra la gente inocente, casi todos hombres y mujeres humildes que fueron sacrificados, desplazados o empobrecidos por la violencia sistemática de un grupo armado cuya pretensión dejó de tener un sentido político".

22 de agosto de 2013 Por:

"Lo cierto es que el documento leído en La Habana es un esfuerzo de las Farc por ponerse al mismo nivel del Estado, para tratar de conseguir que se les perdonen todas las fechorías que han cometido contra la gente inocente, casi todos hombres y mujeres humildes que fueron sacrificados, desplazados o empobrecidos por la violencia sistemática de un grupo armado cuya pretensión dejó de tener un sentido político".

Adelantándose a los puntos del acuerdo que dio origen a los diálogos en La Habana, las Farc vuelven a usar su retórica para tratar de convencer a los colombianos sobre sus intenciones. Y por primera vez en sus 60 años de violencia, el grupo guerrillero suelta una línea entre sus millones de comunicados para insinuar que está dispuesto a reconocer alguna responsabilidad en el drama que le ha causado a la Nación y a aceptar cierta responsabilidad ante sus víctimas, que se pueden contar por millones. Luego de especular sobre el conflicto, de reiterar su pedido de tregua bilateral, de insistir en forma inusual en la necesidad de perdón colectivo y de recalcar su condición de víctimas, el vocero de turno soltó la gran propuesta: “Estamos prestos a ir preparando el camino que conduzca a la manifestación de nuestro sentimiento de pesar por lo que ha acontecido”. Y luego afirmó: “Sin duda, también ha habido crudeza y dolor provocados desde nuestras filas”.Lo cual no puede considerarse como un reconocimiento pleno de su responsabilidad. Y mucho menos puede ser interpretado como el principio de la reparación a la tragedia, o mejor a los millones de tragedias que sembraron en miles de hogares colombianos. Más bien, lo que debe hacerse es preguntar la razón del cambio, o si esa frase perdida en otro memorial de agravios es de verdad la puerta que se abre a la reparación de sus víctimas. Es difícil de entender que sin haber terminado el segundo de los puntos contenidos en el “Acuerdo General para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”, el 26 de agosto de 2012, referente a la “participación política”, las Farc salten al quinto punto, el de las “víctimas”. ¿Acaso habrá calado en sus dirigentes las innumerables solicitudes que madres, familiares y asociaciones de víctimas les han hecho? ¿Será esta una estrategia para responder a la condena casi unánime que han recibido de la Nación? ¿O acaso una reacción a los golpes que están recibiendo de las autoridades legítimas y a los que les propinan las deserciones constantes de sus decepcionados militantes?Lo cierto es que el documento leído en La Habana es un esfuerzo de las Farc por ponerse al mismo nivel del Estado, para tratar de conseguir que se les perdonen todas las fechorías que han cometido contra la gente inocente, casi todos hombres y mujeres humildes que fueron sacrificados, desplazados o empobrecidos por la violencia sistemática de un grupo armado cuya pretensión dejó de tener un sentido político. Nada en ese documento transmite aún una voluntad sincera de rectificación o un arrepentimiento creíble, de aquellos que pueden hacer pensar en que hay un propósito de paz confiable. Por tanto, no es hora de lanzar las campanas al vuelo, como algunos tratan de hacerlo con entusiasmo inexplicable. Por lo pronto, hay que centrarse en los problemas del país y en el propósito de las Farc de tomarse la protesta que está en marcha desde el pasado lunes. Y en exigir a los delegados de la guerrilla que respeten el Acuerdo con el Gobierno, para evitar que el proceso de diálogo caiga en el descrédito al cual lo están arrojando con sus consignas y sus mentiras.

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