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Seis semanas después

Ahora, Castillo llama a la unión, y convoca a superar los temores que ha suscitado su discurso de corte populista que, junto con el desprestigio de la clase política peruana y de su opositora Keiko Fujimori, quien está al borde de un llamamiento a juicio, le valieron el triunfo por 44.000 votos.

20 de julio de 2021 Por: Editorial .

Cincuenta y tres días después de celebradas las elecciones y a dos semanas de que el Consejo Electoral cerrara el conteo, el Jurado Nacional de Elecciones del Perú declaró de manera oficial a Pedro Castillo como presidente. A partir de ahora, el país vecino tendrá un mandatario que si bien ha mostrado todas sus limitaciones, fue escogido por la mayoría de los electores.

Nada puede desconocer ya la legitimidad de un apretado resultado que en apariencia obligó a prolongar la proclamación, haciendo temer sobre una posible intervención para impugnarlo. Lo cierto es que Castillo representa la protesta del pueblo peruano contra una clase política señalada por la corrupción, marcada por los escándalos y desprestigiada ante el hecho de que su país tuvo cinco presidentes en cinco años, producto de esa suma de infortunios que ha puesto en la cuerda floja el respaldo nacional a las instituciones peruanas.

Su origen humilde, sus palabras dirigidas a la base misma del pueblo inca y su figura popular en la cual se destaca su sombrero, no ocultan su vinculación con la izquierda, en especial con Vladimir Cerrón, polémico exgobernador y líder del partido que lanzó a Castillo. Sumado a su discurso en veces amenazante con el cual ofreció disolver el Congreso y el Tribunal Constitucional, cambiar la constitución, controlar los medios de comunicación y el establecimiento de un sistema parecido al impuesto por el Socialismo Siglo XXI en Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador, han sembrado la incertidumbre en el que en las últimas décadas ha sido un país con economía sólida y comprometido con los valores democráticos, a pesar de su permanente crisis política.

Ahora, Castillo llama a la unión, y convoca a superar los temores que ha suscitado su discurso de corte populista que, junto con el desprestigio de la clase política peruana y de su opositora Keiko Fujimori, quien está al borde de un llamamiento a juicio, le valieron el triunfo por 44.000 votos.
Todo un cambio de discurso que recuerda los llamados de personajes como Hugo Chávez cuando asumió el poder en Venezuela y las nefastas consecuencias que tuvo para la nación venezolana.

Sin embargo, a Castillo no le será fácil realizar sus propuestas, poner en marcha la revolución que ha prometido o lograr un respaldo que le facilite ese objetivo. Su apoyo en el Congreso del Perú es mínimo, y es notoria la falta de una organización política que lo respalde, por lo cual se debe esperar la convocatoria a que quienes votaron por él se vuelquen a las calles, lo cual puede desencadenar fenómenos de consecuencias desconocidas.

Por lo pronto, y después de un largo, inusual y enigmático lapso entre las elecciones y la proclamación del ganador, Perú tiene de manera oficial su nuevo presidente para los próximos cinco años. A partir de su posesión el próximo 28 de julio Pedro Castillo, el maestro de escuela que llegó de las montañas del Norte, desafió la clase dirigente y triunfó, será el jefe de gobierno, en un país que reclama ante todo transparencia y atención a los graves problemas que aquejan a una gran parte de su sociedad.

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