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Seguridad ciudadana

6 de octubre de 2010 Por:

Seguridad ciudadana

Queriendo significar la importancia que tiene para las comunidades como Aguablanca, azotadas por la delincuencia común y los alarmantes índices de criminalidad, el presidente Juan Manuel Santos escogió el coliseo María Isabel Urrutia para presentar la política de seguridad ciudadana con la cual pretende derrotar la violencia urbana. Es el primer paso para cambiar el concepto de autoridad en las comunidades y promover una lucha más efectiva contra los fenómenos de violencia y marginalidad que destruyen el respeto por la vida y los derechos.Siempre se ha reconocido que la violencia es producto en primer lugar de la ausencia del Estado como árbitro de la sociedad, capaz de ofrecer y garantizar oportunidades de progreso para la gente, de resolver los conflictos y de castigar con oportunidad a quienes cometan conductas que destruyan la convivencia. Eso ocurría en Colombia, dando paso al establecimiento de guerrillas, de grupos paramilitares y de organizaciones de narcotráfico que asolaban al campo, generando el desplazamiento de millones de campesinos que engrosaron los cinturones de miseria de las cabeceras municipales, entre otros fenómenos aterradores.Para remediar esa enorme falencia surgió la Política de Seguridad Democrática. Y el resultado se ve en el regreso de la tranquilidad en casi todo el país, tanto como en el desmantelamiento de las organizaciones dedicadas al delito y la violencia. Si bien aún no termina su tarea, ocho años después debe decirse que ha sido una herramienta eficaz para recuperar la confianza en el país y la viabilidad de las instituciones. Una herramienta que se ha transformado en política de Estado, por exigencia de los ciudadanos y conveniencia de la sociedad en general, que la respalda y la reconoce como la posibilidad de poder vivir en paz cuando las autoridades están presentes y cumplen los objetivos para los que fueron establecidas. Ahora, el asunto es recuperar la convivencia en las ciudades y combatir el delito que acorrala a sus habitantes. Y de nuevo está motivado por la necesidad de tener al Estado como árbitro de la sociedad, como su defensor y como el generador de una cultura ciudadana capaz de incitar a la gente para que defienda sus comunidades. Un Estado que oriente a la sociedad, que sea creíble y que llene los vacíos culturales y sociales donde se genera en parte la inseguridad urbana.En su exposición, el presidente Santos enunció esa política, que tendrá desarrollos rápidos en materia de legislación, para actualizarla a los tiempos presentes; de justicia, para impedir que la impunidad siga alentando el delito; de presencia de la autoridad, para que la Policía tenga más y mejores instrumentos de prevención y los alcaldes promuevan comunidades basadas en la tolerancia pero firmes contra el crimen que hoy las golpea.La suma de iniciativas enunciadas por el Primer Mandatario en Aguablanca es a la vez el reconocimiento de uno de los más graves problemas que padece nuestra sociedad y la formulación de una política de seguridad para las ciudades con la cual se terminen los índices de delincuencia y de irrespeto por la vida que hoy padecen.

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