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Respeto a la diversidad

La paradoja de un mundo globalizado como el de hoy, en el que hay mayor posibilidad de informarse, conocerse y acercarse en tiempo real, es que las diferencias se acentúan y la intolerancia llega a extremos insospechados.

2 de marzo de 2013 Por:

La paradoja de un mundo globalizado como el de hoy, en el que hay mayor posibilidad de informarse, conocerse y acercarse en tiempo real, es que las diferencias se acentúan y la intolerancia llega a extremos insospechados.

La Orquesta Diván Este – Oeste, más conocida como la Orquesta de la Paz, es ejemplo de lo que el mundo debe hacer para acercar a quienes tienen creencias distintas, se disputan un pedazo de tierra o se rechazan por ser de culturas, religiones o razas diferentes. Está conformada por jóvenes de Israel y Palestina a quienes el lenguaje de la música logró apartarlos del conflicto que siembra odio en sus territorios. En esos jóvenes se resume la invitación de la Alianza de las Civilizaciones de las Naciones Unidas que se reunió en Viena con el propósito de comprometer a los líderes, a los Estados y en general a las sociedades a actuar por el entendimiento y la inclusión como pilares para construir un mundo pacífico. Con esa idea nació la Alianza hace siete años y desde entonces trabaja en generar conciencia sobre el respeto por las diferencias. ‘Liderazgo responsable en diversidad y diálogo’ fue el objetivo en el que se centró el V Foro que tuvo como protagonistas a jóvenes de diferentes países y culturas, encargados de contar sus iniciativas. Sembrar esa semilla en un planeta convulsionado, con profundas grietas producidas por la inequidad y por el fundamentalismo, es tarea difícil pero significa un compromiso que no se puede eludir si se quieren construir sociedades que aprendan a convivir en unión y paz. La paradoja de un mundo globalizado como el de hoy, en el que hay mayor posibilidad de informarse, conocerse y acercarse en tiempo real, es que las diferencias se acentúan y la intolerancia llega a extremos insospechados. Como lo dijo el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, “en esta era de interconexiones quizás no se pueda frenar a los mercaderes del odio en cada rincón del planeta, pero podemos construir puentes para resistir esas presiones”. Los ejemplos de esos “mercaderes del odio” abundan. El extremismo de grupos fundamentalistas musulmanes que en una interpretación acomodada de sus principios religiosos convirtieron la diferencia en terrorismo, ha llevado a la polarización entre el mundo islámico y Occidente. La xenofobia ha recobrado fuerza en varias naciones europeas y en comunidades de Estados Unidos donde crece el rechazo por los inmigrantes. La intolerancia se siente en la diversidad sexual, de raza, de género y de condición socioeconómica en todo el mundo. Son innegables los esfuerzos que se hacen desde las políticas públicas para erradicar la discriminación, fomentar el respeto por la diversidad cultural y promover el entendimiento en la mayoría de Estados. Así como las acciones de grupos sociales que abanderan la tolerancia como fundamento para construir comunidades pacíficas. La labor de reconciliación es de todos. De los gobiernos y los líderes, en cabeza de los que recae el desarrollo de políticas incluyentes; de las familias, las comunidades y las instituciones educativas, encargadas de formar en el respeto y la convivencia; de los medios de comunicación que tienen la responsabilidad de informar con equidad y contribuir al diálogo. Lograr un mundo respetuoso y tolerante en las diferencias es hoy el gran reto para la humanidad.

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