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¿Qué pasa en la Policía?

"Nada más nocivo para la Colombia de ahora y la del futuro, que su cuerpo de Seguridad Ciudadana sea acusado de usar su poder para intervenir el ejercicio del periodismo libre y que vuelva a caer en el desprestigio".

10 de diciembre de 2015 Por:

"Nada más nocivo para la Colombia de ahora y la del futuro, que su cuerpo de Seguridad Ciudadana sea acusado de usar su poder para intervenir el ejercicio del periodismo libre y que vuelva a caer en el desprestigio".

El espionaje a periodistas que investigan y denuncian irregularidades dentro de la Policía Nacional, así como los síntomas de malestar que dejan conocer varios miembros de la Institución, una de las más importantes del Estado, reclaman claridad. Nada más nocivo para la Colombia de ahora y la del futuro, que su cuerpo de Seguridad Ciudadana sea acusado de usar su poder para intervenir el ejercicio del periodismo libre y que vuelva a caer en el desprestigio. Lo que se ha descubierto hasta ahora sobre espionaje a Vicky Dávila, directora de la FM, y a otros periodistas, es por lo menos vergonzoso. Su deber es revelar informaciones nada tranquilizantes sobre episodios de corrupción, de prebendas y hechos que atentan contra la moral y de los cuales han tenido conocimiento, además de la existencia de una nociva división interna entre la oficialidad. Y nada puede justificar que las informaciones recogidas mediante escuchas ilegales e intervención de sus correos, sean usadas como parte de una trama para desacreditarlos. Menos aún, cuando han develado una serie de hechos que involucran a altos oficiales de la Policía, empezando por su Director Nacional. Por supuesto, ellos deben tener la oportunidad para defender su buen nombre y aclarar los hechos en los cuales han sido involucrados, incluso por personas vinculadas a la Institución. Pero nada autoriza esas intercepciones, salvo una orden judicial que en este caso no existe.El otro asunto grave es la situación interna de la Entidad que, todo parece indicar, atraviesa por una época no muy clara, en la cual el poder y la debida obediencia parecen desdibujarse. De ello dan cuenta denuncias cada vez más frecuentes de oficiales, mandos medios y policías sin rango, quienes también indican comportamientos y actuaciones no ceñidas a los lineamientos legales y a la buena administración. Sin afirmar que son reales y por el contrario, pedir que sean investigados para evitar los rumores infundados, lo que debe hacerse es hacer claridad y tomar decisiones que erradiquen los males. Por eso es oportuno que el presidente Juan Manuel Santos nombre un Equipo Especial para investigar los señalamientos sobre corrupción en la Policía Nacional, algo que estaban esperando los ciudadanos ante las denuncias que crecen. Y así como prepararla para el postconflicto que anunció el Primer Mandatario, se debe actuar para aclarar qué sucede en la institución y evitar que quede algún manto de duda sobre la institución. Que no se olvide que la delincuencia común en los centros urbanos, el combate a la corrupción y la necesidad de mantener la convivencia ciudadana, no dan espera. Así dependa del Ministerio de Defensa, debe recordarse que la Policía Nacional no es un cuerpo militar sino la entidad llamada a estar al lado del ciudadano, a ayudarle a resolver sus problemas y a evitar el daño que a la sociedad le causa la delincuencia organizada, llámese como se llame. Por eso debe estar libre de sospechas, administrada con transparencia y alejada de tentaciones totalitarias como la de usar su poder de control para espiar al periodismo libre que ejerce su función como ojos y oídos de la sociedad.

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