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¿Qué hay de la frontera?

"Hay que insistir ante nuestras autoridades y los países que facilitaron el encuentro de Quito sobre la urgencia de dar respuesta a quienes padecieron el mal trato del Gobierno de Venezuela. Más que una posibilidad de guerra, lo que debe conjurarse es la probabilidad de abusar de unos seres humanos por el hecho de ser colombianos".

15 de octubre de 2015 Por:

"Hay que insistir ante nuestras autoridades y los países que facilitaron el encuentro de Quito sobre la urgencia de dar respuesta a quienes padecieron el mal trato del Gobierno de Venezuela. Más que una posibilidad de guerra, lo que debe conjurarse es la probabilidad de abusar de unos seres humanos por el hecho de ser colombianos".

¿Qué ha sucedido con la frontera colombo venezolana? ¿Bastó la reunión de Quito entre los Presidentes, o la cita de Santa Marta entre los Ministros de Defensa, para resolver la crisis?Las declaraciones del presidente Nicolás Maduro parecen demostrar lo contrario. Al condicionar la reapertura de los pasos fronterizos a la firma de la paz en Colombia, el singular mandatario le ha puesto una nueva traba. Ya no es un asunto de lograr el acuerdo sobre la forma de solucionar las diferencias, o de lograr, ¡al fin!, una unión entre las autoridades para combatir la ilegalidad que hace daño a ambas naciones por igual. Ahora, el asunto es involucrar el proceso de paz del cual Venezuela es facilitador, en una diferencia que nació por el abuso cometido contra los colombianos que, en forma legal o no, viven en el país vecino.Y cada vez se descubre en mayor profundidad el verdadero propósito del régimen que encarna Maduro: crear un pretexto para intervenir con la fuerza la zona fronteriza y aplicar el estado de excepción, lo que le permite actuar con mayor soltura en las elecciones que tendrán lugar el próximo seis de diciembre en su país, en las cuales se vaticina una amplia derrota del chavismo. Aunque ya sabe que no le funcionó el señuelo del nacionalismo para atraer respaldos, el desprestigiado gobernante mantiene la amenaza latente contra sus opositores y contra los venezolanos desencantados.Todo ello no pasaría de ser otro episodio más de la anécdota en que se ha convertido la relación colombo venezolana desde la llegada de Hugo Chávez al poder, hace 17 años, de no ser por el despojo que sufrieron miles de nuestros compatriotas, del desconocimiento de sus derechos más elementales y del señalamiento que padecen quienes se quedaron en la tierra de Simón Bolívar, usados por los representantes del régimen como chivos expiatorios.Según se dice, el contrabando ha mermado debido a la abundante presencia de soldados y policías venezolanos, lo que llevó a que hace unas semanas se detuvieran decenas de efectivos de las Fuerzas Armadas venezolanas y de su guardia civil, acusados de participar de las mafias del contrabando. Eso está bien, y debió pasar antes. Con lo cual no se hubiera llegado al extremo de ilegalidad que se tomó la frontera.Lo grave ahora es que el drama humanitario de quienes han sido víctimas del abuso, ha pasado a un segundo plano. A pesar de padecer el desarraigo, y no obstante que nuestro Gobierno ha hecho lo posible por atender sus urgencias, ya nadie parece preocupado por su suerte. Es todo lo contrario al escándalo que se produjo cuando sus casas fueron destruidas, sus familias divididas y desconocidos los derechos que a muchos les otorgaba el tener la ciudadanía en el vecino país.Por eso hay que insistir ante nuestras autoridades y los países que facilitaron el encuentro de Quito sobre la urgencia de dar respuesta a quienes padecieron el mal trato del Gobierno de Venezuela. Más que una posibilidad de guerra, lo que debe conjurarse es la probabilidad de abusar de unos seres humanos por el hecho de ser colombianos.

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