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Prudencia y verdad

"Por supuesto, siempre será mejor la prudencia en el manejo de un asunto tan delicado como el ejercicio de la llamada ‘inteligencia’. Y será inevitable que la actuación del Estado en ese campo sea objeto de críticas. Pero ya parece necesario que desde el Gobierno y la Fiscalía General de la Nación se informe a los colombianos sobre lo ocurrido. Que se precise si hay o no actuaciones ilegales y se diga cuáles son las medidas que se están tomando para evitar que se repitan".

12 de febrero de 2014 Por:

"Por supuesto, siempre será mejor la prudencia en el manejo de un asunto tan delicado como el ejercicio de la llamada ‘inteligencia’. Y será inevitable que la actuación del Estado en ese campo sea objeto de críticas. Pero ya parece necesario que desde el Gobierno y la Fiscalía General de la Nación se informe a los colombianos sobre lo ocurrido. Que se precise si hay o no actuaciones ilegales y se diga cuáles son las medidas que se están tomando para evitar que se repitan".

Una semana después de iniciado, el escándalo sobre la supuesta intervención de las comunicaciones realizadas por la inteligencia militar crece. E involucra informaciones no oficiales que siguen causando daño al Ejército como la institución en la cual se originó el espionaje ilegal que hace dudar de la limpieza en su accionar.Mientras en las esferas oficiales y la Fiscalía General de la Nación reina el silencio, los medios siguen denunciando, o en muchos casos especulando, sobre la legalidad de la operación Andrómeda. También hacen afirmaciones o conjeturas sobre quiénes han sido víctimas de la chuzada, si cubrió o no las comunicaciones telefónicas o se limitó al llamado ‘hackeo’ de la correspondencia en internet. Se dice que hay centenares o miles de personas que han sido objeto de seguimiento ilegal, que abarcan actividades tan disímiles como la de los comisionados del Gobierno en los diálogos, dirigentes políticos, empresarios y líderes de la oposición. Ya se registra la intervención de la famosa Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Cidh, que ha encontrado en Colombia el escenario perfecto para su protagonismo. Ahora, el organismo de la OEA empieza a pedir explicaciones al Gobierno Nacional sobre la posible interceptación de más de dos mil correos enviados por periodistas que cubren los diálogos con las Farc que se realizan en La Habana. Todo ello, además de las sospechas que empiezan a aparecer en el contexto internacional sobre el respeto de la privacidad y los derechos humanos en nuestro país.Por supuesto, siempre será mejor la prudencia en el manejo de un asunto tan delicado como el ejercicio de la llamada ‘inteligencia’. Y será inevitable que la actuación del Estado en ese campo sea objeto de críticas. Pero ya parece necesario que desde el Gobierno y la Fiscalía General de la Nación se informe a los colombianos sobre lo ocurrido. Que se precise si hay o no actuaciones ilegales y se diga cuáles son las medidas que se están tomando para evitar que se repitan.En especial, es imprescindible terminar con la ola de rumores, infundados o confirmados, sobre la actuación de la Fuerza Pública y los organismos de seguridad del Estado que son acusados de haber actuado por fuera de la ley. Aún están frescas las heridas que dejaron los abusos cometidos por el Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, los cuales llevaron a su liquidación después de causar un impacto negativo de grandes proporciones en la confianza de los colombianos frente a sus instituciones.Sin duda, es necesaria la prudencia en la información sobre un asunto tan complejo como la inteligencia. Pero, cuando la ola de rumores y especulaciones crece como ocurre ahora, y en momentos en que se lleva a cabo una larga campaña para renovar el Congreso y elegir Presidente de la República, nada puede ser más nocivo que dejar en el aire la sensación de que las autoridades encargadas de defender la seguridad del Estado y de los colombianos han actuado de manera ilegal. Y peor aún, que quienes deben controlar la actuación de esas autoridades o defender la legalidad, guarden silencio.

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