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¿Por qué el “Petronio”?

Así, más que un encuentro musical, el Petronio se ha constituido en un acto comunitario en el que se vuelven a tejer lazos perdidos y se produce un reencuentro cultural de pueblos con un pasado histórico común. Hay una fuerza inconsciente, de antigua procedencia, que fascina a los asistentes y a los visitantes que ocasionalmente se acercan a él. De allí el júbilo, la sana convivencia, los cantos, el baile y aún la jarana. De allí su justificación e importancia.

16 de agosto de 2012 Por:

Así, más que un encuentro musical, el Petronio se ha constituido en un acto comunitario en el que se vuelven a tejer lazos perdidos y se produce un reencuentro cultural de pueblos con un pasado histórico común. Hay una fuerza inconsciente, de antigua procedencia, que fascina a los asistentes y a los visitantes que ocasionalmente se acercan a él. De allí el júbilo, la sana convivencia, los cantos, el baile y aún la jarana. De allí su justificación e importancia.

Desde la década de 1990 en el Departamento se comenzó a hablar con insistencia de la necesidad de unir el valle geográfico con el Litoral pacífico. La motivación principal era el comercio exterior y la conciencia de que el desarrollo de la región dependía del vínculo entre Cali y Buenaventura.Los Gobernadores de entonces hicieron del tema un eje de sus políticas, bajo conceptos como el que primero somos “costeños del Pacífico”, la importancia de esa Cuenca en el mercado mundial, y el desarrollo de acciones para reforzar el vínculo entre el plan del Valle y el Litoral oceánico.Pero aquel vínculo ansiosamente buscado no podía limitarse a las obras de infraestructura, con todo y su importancia. Se requería de una conexión espiritual, de un nexo cultural entre los pobladores de una y otra subregión. Para los caleños, ser “costeños del Pacífico”, no tenía sentido, cuando no sabíamos nada de la cocina, la música, el habla, y las tradiciones y costumbres de los vallecaucanos de la costa. Lograr aquel reconocimiento fue el germen del Festival “Petronio Álvarez”.Pero también el vacío. Con toda su riqueza, en el circuito colombiano de festivales folclóricos estaban presentes todas las regiones, menos el Pacífico. Con 26 aires musicales de origen africano e indígena, no existía un espacio en el que un colombiano, incluido un vallecaucano, tuviera la oportunidad de conocer y disfrutar de aquel riquísimo patrimonio. Más que un problema legal o de cumplir la Constitución, el asunto era, y es, de conocernos y saber qué hacemos.El Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez llenó aquel vacío. Y lo hizo de la mejor manera: premiando generosamente a los artistas, brindándoles las mejores condiciones técnicas para la interpretación de su arte y haciéndolo en la ciudad que mejores escenarios tiene para acoger a esa marea de negritudes que cada año se hace presente en el festival. Y fue posible por la persistencia y la dedicación de Germán Patiño, quien como gerente cultural del valle en 1997 y luego como Secretario de Cultura del Valle, promovió sin pausa el Festival que ayer inició su XVI versión.En ese propósito, Cali cuenta con una población afrodescendiente desde los tiempos de su fundación. Y desde las haciendas cercanas a esta capital, y a Palmira, Buga y Cartago, se organizaron las cuadrillas de mineros que luego se trasladarían a las minas de los ríos del Pacífico. De allí que la negredumbre vallecaucana cuente con profundos lazos, históricos y de parentesco, con los afrodescendientes del Pacífico. El desarrollo agroindustrial los reforzó, cuando miles de familias de Tumaco, Barbacoas, Guapi, Timbiquí y el San Juan chocoano, entre otros poblados, retornaron al valle del río Cauca, aportando su trabajo y vitalidad a la modernización.Así, más que un encuentro musical, el Petronio se ha constituido en un acto comunitario en el que se vuelven a tejer lazos perdidos y se produce un reencuentro cultural de pueblos con un pasado histórico común. Hay una fuerza inconsciente, de antigua procedencia, que fascina a los asistentes y a los visitantes que ocasionalmente se acercan a él. De allí el júbilo, la sana convivencia, los cantos, el baile y aún la jarana. De allí su justificación e importancia.

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