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Política sin violencia

"Lejos de descalificar el movimiento donde según parece confluyen muchos sectores, incluidos algunos dirigentes del Polo Democrático Alternativo y del Partido Liberal, el país espera que la Marcha Patriótica empiece por condenar la violencia como método de acción política".

26 de abril de 2012 Por:

"Lejos de descalificar el movimiento donde según parece confluyen muchos sectores, incluidos algunos dirigentes del Polo Democrático Alternativo y del Partido Liberal, el país espera que la Marcha Patriótica empiece por condenar la violencia como método de acción política".

El pasado lunes debutó en la plaza de Bolívar de Bogotá un nuevo movimiento político que con el nombre de Marcha Patriótica pretende reunir un sector de la izquierda colombiana. Bienvenido será al escenario, siempre y cuando sea una expresión pacífica y política alejada de los intentos por destruir la convivencia. Llegados de muchas partes de Colombia, los manifestantes protagonizaron una ordenada marcha, que fue garantizada en todo su trayecto por la Policía y las autoridades. En sus proclamas no se escuchó nada distinto a la crítica o al discurso que acostumbran quienes no aceptan que la política también consiste en hacer propuestas. Y que si bien nuestro país debe revisar su historia y reconocer las responsabilidades que surgen de la violencia, de la inequidad y la injusticia, también tiene la necesidad de encontrar en los partidos las soluciones que demanda para no repetir los errores y para superar los factores que generan esas realidades. La clave es pues cómo se hace la política. En ese orden de ideas, la manifestación no sólo fue un ejercicio de la libertad que reconoce la Constitución a cualquier ciudadano para asociarse con un fin lícito. Fue en primer lugar, la demostración del compromiso que tiene el Estado en la defensa de esa libertad, como la base para construir una nación civilizada y tolerante que respeta la diferencia como presupuesto básico para la paz. Por eso, la Nación vio con agrado que se hubieran tomado todas las previsiones para asegurar el transcurso tranquilo de la movilización que parece dar nacimiento a un nuevo partido, así sus organizadores persistan en lanzar toda suerte de calificativos y sospechas contra las autoridades que estuvieron al tanto de la marcha. Por supuesto, debieron tomar medidas especiales ante la coincidencia de la Marcha Patriótica y los informes que aparecen en documentos incautados a las Farc sobre la creación de un movimiento con similares propósitos. Lejos de descalificar el movimiento donde según parece confluyen muchos sectores, incluidos algunos dirigentes del Polo Democrático Alternativo y del Partido Liberal, el país espera que la Marcha Patriótica empiece por condenar la violencia como método de acción política. Y que no se convierta en una reedición de la triste “combinación de las formas de lucha” usada por los sectores radicales. Esa combinación ha sido el gran argumento de las Farc y el ELN para ganar protagonismo pisoteando los Derechos Humanos y la libertad de muchos inocentes. Y entre muchas otras razones que no es del caso citar, se ha convertido en una de las grandes razones por las cuales ha fracasado la posibilidad de tener a la izquierda como alternativa de poder en Colombia . Por eso, además de la responsabilidad del Estado y de los colombianos en respetar la libre expresión de las ideas reunidas en la Marcha Patriótica, está la obligación de sus promotores de rechazar la violencia que practica la guerrilla y comprometerse en la construcción de una convivencia basada en el respeto de los derechos ajenos.Ojalá el nuevo partido pueda estar a la altura del compromiso que significa hacer política y disentir con ideas.

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