El pais
SUSCRÍBETE

Pensando en el futuro

2 de septiembre de 2010 Por:

El proyecto que reordena las regalías es entonces una necesidad nacional que debe ser estudiada con esmero y cuidado por los legisladores.

Tras una demora breve en cumplir su promesa, el Gobierno Nacional entregó su propuesta para reformar el régimen de regalías. El importante documento toca puntos sensibles que deberán tener un tratamiento serio, toda vez que allí puede estar el futuro de las regiones, la estabilidad de la economía y la tranquilidad de la Nación.En primer lugar, es necesario reconocer la calidad del documento presentado por el Ministro de Hacienda sobre las dimensiones de un asunto que supera con creces el estrecho marco de los ingresos que deben reconocerse a los municipios y departamentos, para plantear el dilema creado por el crecimiento de la inversión en hidrocarburos y minerales. Y, por supuesto, en los ingresos en divisas que generará esa expansión para el país, así como la disciplina que deberá adoptarse para evitar la llamada ‘enfermedad holandesa’.Contrario a lo que manifestó hace unas semanas el Ministro de Minas y Energía, la exposición de motivos de la reforma a las regalías reconoce una bonanza petrolera y minera para Colombia durante los próximos 10 años. Bonanza que puede llegar a generar US$80.000 millones en el próximo decenio, impulsada por una inversión de US$57.000 millones de hoy al 2015. Y que ya se está traduciendo en fenómenos graves como la revaluación del peso con la consecuente pérdida de competitividad para los productores colombianos y un aumento de las importaciones que desequilibra y golpea sectores críticos como la generación de empleo.El documento también pone el dedo en la llaga del despilfarro que han ocasionado el mal manejo y la corrupción en los departamentos y municipios beneficiados por las regalías. Y propone soluciones para realidades desconocidas para el país, como que sólo 17 de los 33 departamentos y 60 de los 1.100 municipios de Colombia reciben el 95% de las regalías. De ellos sólo 4 departamentos recibieron el 56% de esos recursos entre 1994 y 2009. Son regiones como el Casanare, donde habita el 1% de la población colombiana y recibe el 24%, o Arauca, que con el 0,5% recibe el 10% de las regalías.Hay entonces un grave desequilibrio que el Estado debe corregir. Y, además, existen graves hechos de corrupción que impiden llevar progreso y desarrollo a esos departamentos y municipios privilegiados. Por algo, los grupos guerrilleros y paramilitares hicieron de ellos sus grandes proveedores de recursos, mientras muchos de sus dirigentes políticos convirtieron sus arcas en botines particulares.El proyecto que reordena las regalías es entonces una necesidad nacional que debe ser estudiada con esmero y cuidado por los legisladores. De ellos dependerá en gran parte que Colombia ordene sus finanzas y evite las consecuencias nocivas de una bonanza como la que ya empezó y cuyas consecuencias se sienten. Y que se obligue al Ejecutivo a cumplir su promesa de repartir la riqueza en la provincia, la forma de evitar que Colombia continúe por la senda de un centralismo nocivo que reparte prebendas para que sean festinadas por la voracidad del clientelismo en las regiones y municipios y las ambiciones de los violentos.

AHORA EN Editorial