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Pasos dictatoriales

"...Es la típica actitud del mandamás, que no comprende al carácter transaccional de la democracia, sino que actúa como un déspota oriental, en cuyo reino se hace sólo lo que él acepta...".

9 de mayo de 2011 Por:

"...Es la típica actitud del mandamás, que no comprende al carácter transaccional de la democracia, sino que actúa como un déspota oriental, en cuyo reino se hace sólo lo que él acepta...".

Por sexta ocasión en lo que va de su mandato, Rafael Correa triunfó en las convocatorias electorales del Ecuador, cuando una mayoría respondió afirmativamente las 10 preguntas del refrendo que obliga a reformar la Constitución.Aunque todas las preguntas tienen un buen número de partidarios a favor y en contra, las dos más polémicas son aquellas que tienen que ver con los límites a la propiedad de los accionistas principales de los medios de comunicación y la creación de un Consejo de la Judicatura que iniciará una reforma del régimen jurídico del país.La primera porque puede interpretarse como una injerencia indebida del Estado en el campo de la libertad de empresa, al mismo tiempo que una actitud revanchista contra los medios de comunicación que han tenido posturas críticas frente al Gobierno. En otras palabras, en una limitación del derecho a la libertad de prensa, que es consustancial a toda democracia.La segunda porque el nuevo Consejo de la Judicatura estará integrado por mayoría del Ejecutivo en sus dos terceras partes, con lo que se produce un desequilibrio en la separación de poderes y se abre camino a la dictadura del poder ejecutivo.En sentido estricto estos dos asuntos conducen ambos a limitar la actuación de la sociedad frente al poder ejecutivo, creando una especie de tiranía civil, que ha sido refrendada en las urnas por la mayoría de los ecuatorianos. Nada extraño: este es el camino de las “democracias plebiscitarias” que llevaron al fascismo al poder en Europa y cuya trayectoria ha sido calcada por los gobernantes latinoamericanos asociados en el Alba.Y las primeras declaraciones de Rafael Correa lo confirman: haciendo caso omiso de los ecuatorianos que votaron en contra –casi medio país- el Presidente ha sido pugnaz y agresivo con la oposición, tanto política como mediática. Él no busca ningún acuerdo para unir al Ecuador, sino que quiere imponer sus puntos de vista, aún en asuntos menores como las corridas de toros, a la brava.Es la típica actitud del mandamás, que no comprende al carácter transaccional de la democracia, sino que actúa como un déspota oriental, en cuyo reino se hace sólo lo que él acepta. La vía de los acuerdos, las negociaciones y la búsqueda de consensos le es completamente ajena, porque su concepción de Estado es la propia de las dictaduras.Pero, ¿cómo se llegó a esto? La respuesta a esta pregunta es crucial para un país como el nuestro, pues la verdad es que tanto en Ecuador, como en Venezuela y Bolivia, el entronamiento de dictaduras populistas, que cuentan con respaldo popular, se debió al escandaloso estado de corrupción en que esos países fueron sumidos por los comportamientos de las élites gobernantes tradicionales.En todos ellos, y en Ecuador y Venezuela en particular, antiguas e históricas formaciones partidistas, que se habían alternado por un siglo en el poder, se vieron barridas del escenario político por pueblos enfurecidos y hastiados de la corrupción exhalada desde el poder. Ello explica que los ecuatorianos aún apoyen mayoritariamente a su Presidente, pese a los evidentes afanes hegemónicos que lo motivan. Hay que tomar nota.

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