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¿Para dónde irá Brasil?

"A partir de ese momento, y aunque la reemplazó el Vicepresidente en funciones como lo ordena la Constitución de ese país, Brasil empezó a concretar una de las más peligrosas caídas de sus instituciones democráticas, que se suma al de por sí exasperante rumbo de su economía y de su clima social".

13 de mayo de 2016 Por:

"A partir de ese momento, y aunque la reemplazó el Vicepresidente en funciones como lo ordena la Constitución de ese país, Brasil empezó a concretar una de las más peligrosas caídas de sus instituciones democráticas, que se suma al de por sí exasperante rumbo de su economía y de su clima social".

Cincuenta y cinco a veintidós fue el resultado de la votación del Senado que alejó de la presidencia del Brasil a Dilma Rousseff. A partir de ese momento, y aunque la reemplazó el Vicepresidente en funciones como lo ordena la Constitución de ese país, el gigante vecino empezó a concretar una de las más peligrosas caídas de sus instituciones democráticas, que se suma al de por sí exasperante rumbo de su economía y de su clima social.La votación sólo terminó por confirmar la voluntad de cambio en el poder, promovido por sectores distantes de la ideología de la Presidenta suspendida, y de su antecesor, Inacio Lula Da Silva. Si bien el rechazo del pueblo brasileño a la mandataria llegó al 85%, es claro que su suspensión, y su posible destitución, fue decidida por las mayorías del Senado. Sin embargo, ello no es suficiente para calificar el hecho como un golpe de Estado.El caso es que las alianzas que empezaron con la llegada de Lula al poder, y continuaron durante doce prósperos años, culminaron con una de las peores caídas en la economía de esa Nación, y con la mayor crisis moral que se recuerde. Cientos de funcionarios, de políticos, de empresarios, incluso el expresidente Lula, el vicepresidente Michel Temer hoy elevado a Presidente, el presidente de la Cámara de Diputados y cientos de congresistas que votaron a favor y en contra del Impeachment, son indagados, acusados y condenados por actos de corrupción, vergonzosa y descarada.Allí debe encontrarse la razón de la caída de la señora Rousseff, si bien a ella se le acusa por maniobras para cubrir supuestos déficits presupuestales, que ella misma reconoce como contravenciones mas no como delitos. Todo ese ambiente nauseabundo hizo que los brasileños le dieran la espalda a su Gobierno, así lo hubieran elegido millones de votos. Y dio paso para que los partidos encabezados por el Partido do Movimento Democrático Brasileiro (Pmdb), dirigido por Temer y por Cunha, congregaran los congresistas suficientes para suspenderla de su cargo.Ahora, el Presidente encargado anuncia un gobierno de salvación nacional que empieza por nombrar un gabinete con claras inclinaciones liberales, mientras Rouseff protesta y llama a la movilización para defender su gobierno. Es la división, que su exvicepresidente y ahora sucesor deberá superar para evitar más tristezas al Brasil. Pero ante todo, Temer, que también es investigado por corrupción, deberá recuperar la credibilidad de los brasileños en sus instituciones, golpeadas casi de muerte por la feria del pago de favores mediante el presupuesto público.Ese es el panorama que hoy muestra Brasil, donde el cumplimiento de procedimientos constitucionales para destituir a la señora Rousseff no alcanza a cubrir el desgobierno que vive esa Nación. Y no es sólo la caída de un régimen de izquierda que aprendió a sobrevivir en connivencia con la corrupción. Es ante todo el campanazo de alerta contra empresarios, políticos y administradores públicos que se pliegan a las ideologías para conseguir beneficios ilegales e inmorales que causaron daños irreparables a la sociedad brasileña.

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