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¿Otra Venezuela?

Venezuela sigue en caída libre, la escasez aumenta y la hiperinflación acaba con la capacidad de compra de los venezolanos, quienes huyen para eludir la represión y en busca de la supervivencia. La pregunta es a qué horas cambió Venezuela y de dónde salieron los votos y el respaldo popular que hoy parecen legitimar la segunda tiranía de América.

14 de diciembre de 2017 Por: Editorial .

Como si se hubieran esfumado los fracasos y la corrupción del régimen, y hubieran desaparecido las causas de unas protestas que hasta hace tres meses dejaron más de mil muertos y centenares de presos políticos, el chavismo se quedó con el 91,9% de las alcaldías de Venezuela. Es como si fuera otro país, que respalda con votos y triunfos rotundos a sus gobernantes.

Los resultados de las últimas ocasiones en las cuales se citó al pueblo venezolano a elecciones son por lo menos sorpresivos. Según las encuestas conocidas desde hace un año, el gobierno de Nicolás Maduro era rechazado por más del 70% de sus compatriotas, debido a la tragedia humanitaria a la cual los han condenado su presidente y su séquito.

Todo daba a entender que no resistiría una elección más sin que se presentara una abrumadora derrota, asomo de lo cual fue la elección de la Asamblea Nacional hace dos años, donde la oposición se quedó con la mayoría absoluta. Ello llevó a que los dueños del poder con los militares, los jueces y el presidente a la cabeza, suspendieran cualquier posibilidad de elección, y a que desde abril pasado se presentaran protestas fuertes en toda Venezuela que derivaron en sangre, detenciones y el despliegue de una furiosa represión contra cualquiera que reclamara libertad y decencia.

De pronto, la oposición empezó a fraccionarse, cesaron las manifestaciones y arrancaron los rumores de diálogos impulsados por un gobierno que sentía la presión de la comunidad internacional. Y se produjo el milagro: en menos de cuatro meses se realizaron tres elecciones, las de una espuria Asamblea Constituyente, la de los gobernadores y ahora la de los alcaldes.

Y la sorpresa fue aún más grande, puesto que el chavismo se quedó con todo. Sin contar con la Constituyente impuesta por Maduro e integrada en su totalidad por sus seguidores, el gobierno se quedó con 18 de las 23 gobernaciones y con 308 de las 335 alcaldías. Es decir, barrió sin atenuantes, en las primeras porque se presentó una oposición dividida y frágil, y en las otras porque no inscribió candidatos.

Según esos resultados apareció una Venezuela distinta que no padece el hambre ni la escasez ni la pobreza ni la represión del régimen corrupto, represivo y de claro corte militar. Un país donde la corrupción se distrae persiguiendo a sus propios funcionarios para desviar la atención de la opinión pública, cuya oposición ya no cuenta y no parece estar a la altura del momento. Una Nación en la cual el gobierno ha reverdecido sus opciones y se apresta a reelegir a Maduro, el peor mandatario en su historia, y quien ya anunció que no permitirá que en el próximo evento electoral participen los sectores que no participaron en los anteriores comicios.

Sin embargo, Venezuela sigue en caída libre, la escasez aumenta y la hiperinflación acaba con la capacidad de compra de los venezolanos, quienes huyen para eludir la represión y en busca de la supervivencia. La pregunta es a qué horas cambió Venezuela y de dónde salieron los votos y el respaldo popular que hoy parecen legitimar la segunda tiranía de América.

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