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Otra cumbre antidrogas

"Entre la presión por cambiar la política antidroga y la necesidad de mantener la tensión actual hasta que se consiga una fórmula eficaz para combatir la cadena del negocio que más daño le causa a las sociedades consumidoras y a la paz y las democracias en los países productores. Así volvieron a quedar planteados los límites del asunto en la XXXII Conferencia Internacional de Drogas celebrada en Cartagena".

5 de junio de 2015 Por:

"Entre la presión por cambiar la política antidroga y la necesidad de mantener la tensión actual hasta que se consiga una fórmula eficaz para combatir la cadena del negocio que más daño le causa a las sociedades consumidoras y a la paz y las democracias en los países productores. Así volvieron a quedar planteados los límites del asunto en la XXXII Conferencia Internacional de Drogas celebrada en Cartagena".

Entre la presión por cambiar la política antidroga y la necesidad de mantener la tensión actual hasta que se consiga una fórmula eficaz para combatir la cadena del negocio que más daño le causa a las sociedades consumidoras y a la paz y las democracias en los países productores. Así volvieron a quedar planteados los límites del asunto en la XXXII Conferencia Internacional de Drogas celebrada en Cartagena.El objetivo de la cumbre fue dejar de lado los prejuicios políticos para dar un giro de 180 grados a la actual estrategia contra el narcotráfico. Como en las últimas, se trata de cambiar el enfoque, haciendo énfasis en el tratamiento a los consumidores como un asunto de salud pública, y la posibilidad de reducir el aspecto policivo y represivo, tanto a ellos como a la siembra, producción y comercialización de narcóticos ilegales.Ese propósito no es nuevo, y tiene relación con la pesada y en veces letal carga que los países productores han debido echarse al hombro. El asunto es cómo lograr en la práctica lo que promueven personajes tan importantes como varios expresidentes de América Latina, y que en teoría debería ser fácil de conseguir si se alcanza un acuerdo mundial. O como muchos congresistas de Estados Unidos y el resto del continente, preocupados por lo que se ha calificado como un fracaso.En Colombia, el presidente Juan Manuel Santos es un defensor de esa visión sobre el combate al narcotráfico. Al inaugurar la Cumbre pidió “iniciar una evaluación objetiva, científica, sin apasionamientos, de los métodos y resultados de la llamada Guerra contra las Drogas que infortunadamente no se ha ganado”. Y agregó: “Lo que necesitamos -más que una guerra- es la suma de unas medidas inteligentes, bien diseñadas, bien ejecutadas y centradas en la gente, que produzcan mejores resultados que los que hemos alcanzado hasta ahora”. Frente a esa posición, el general Óscar Naranjo, quien como miembro de la Policía Nacional se convirtió en símbolo mundial del éxito en el combate al negocio ilícito de drogas, expresó su negativa a que se concluya que esa lucha ha sido un fracaso. Y al calificar como “vientos” con origen político y académico las propuestas de cambio, expresó que ellas “no pueden convertirse en un ‘huracán’ que destruya lo que se ha logrado”.Esos son los dos polos del debate a una política que nació por la necesidad para detener los devastadores efectos que causan el narcotráfico y el consumo. Un debate crucial para países como el nuestro que a pesar de desarticular los grandes carteles de drogas, sigue amenazado por la alianza entre las Farc, los narcocultivos, la elaboración y el tráfico de drogas ilícitas.Allí ha estado siempre una de las claves de la violencia en Colombia. Y aunque el presidente Santos dijo que la Nación no va a actuar unilateralmente para modificar el enfoque en la lucha contra las drogas ilícitas, expresó su confianza en que las Farc cumpla el acuerdo de renunciar al narcotráfico si se firma la paz. Será esa la forma de lograr que se cambie la manera de enfrentar al enemigo más importante de la sociedad colombiana.

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