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“No puedo respirar”

"Dos fallos de la Justicia revivieron en los Estados Unidos la pesadilla de la confrontación racial. Y si bien en ambos casos se trató de juzgar la actuación de la Policía y su posible abuso de la fuerza, ya no queda dudas sobre la necesidad de reaccionar contra un fenómeno que produce protestas masivas y amenaza con romper la tranquilidad de un país que parece sorprendido por la diversidad de sus migraciones y la obligación de asimilarlas".

5 de diciembre de 2014 Por:

"Dos fallos de la Justicia revivieron en los Estados Unidos la pesadilla de la confrontación racial. Y si bien en ambos casos se trató de juzgar la actuación de la Policía y su posible abuso de la fuerza, ya no queda dudas sobre la necesidad de reaccionar contra un fenómeno que produce protestas masivas y amenaza con romper la tranquilidad de un país que parece sorprendido por la diversidad de sus migraciones y la obligación de asimilarlas".

Dos fallos de la Justicia revivieron en los Estados Unidos la pesadilla de la confrontación racial. Y si bien en ambos casos se trató de juzgar la actuación de la Policía y su posible abuso de la fuerza, ya no queda dudas sobre la necesidad de reaccionar contra un fenómeno que produce protestas masivas y amenaza con romper la tranquilidad de un país que parece sorprendido por la diversidad de sus migraciones y la obligación de asimilarlas. El primer caso es el ocurrido en Ferguson, Estado de Misuri, donde un policía blanco, Darren Wilson, disparó seis veces contra un joven negro, Michael Brown que, según él, lo agredió. Luego de grandes protestas que derivaron en asonadas y saqueos, las autoridades debieron apelar a la Guardia Nacional para controlar la turba. Iniciado el proceso para definir si se acusaba al policía de asesinar a Brown, el jurado integrado por seis blancos y tres negros decidió abstenerse de acusar al uniformado, considerando que actuó en legítima defensa.El fallo desató otra oleada de protestas violentas en Ferguson y un movimiento que se extiende por decenas de ciudades de los Estados Unidos. Bajo el nombre del “Paro de las Manos Arriba”, o “HandsUpwalkout” en inglés, se reclama justicia para la víctima de lo que se considera un ataque racista y un abuso de poder de las instituciones regidas por los blancos, a pesar de ser minoría. De otra parte, la muerte por asfixia de un ciudadano de raza negra, Eric Garner, a manos de un policía blanco, Daniel Pantaleo, desencadenó otras protestas que si bien no tienen la violencia de las de Ferguson si tienen un acento racial. Un video muestra que Garner le dice que es asmático y le pide que lo suelte, lo que no es atendido por Pantaleo y lleva a la muerte al detenido. Y como ocurrió en Misuri, un jurado absolvió al policía, lo cual desencadenó la inconformidad que se extiende por la nación norteamericana, bajo el nombre de “no puedo respirar”.Ahora, ya no parece apropiado centrar el debate en la actuación de policías que en apariencia exceden sus atribuciones y de unos jurados que no parecen ser justos. Por eso se reviven los hechos de los años sesenta cuando una pequeña mujer negra, Rosa Parks, desobedece las normas segregacionistas y se niega a abandonar un asiento destinado a los blancos, siendo castigada con severidad, lo cual origina el movimiento que culmina con la ley de Derechos Civiles que impulsó John Fitzgerald Kennedy para abolir la segregación. Y desde todos los rincones de los Estados Unidos empiezan a aparecer protestas de contenido racial.Los dos casos tocan la sensibilidad de un país de emigrantes que aún no logra superar los problemas que le produce su enorme diversidad étnica y cultural, a pesar de tener un presidente de raza negra elegido dos veces por su democracia. Basta citar la larga polémica de los inmigrantes latinoamericanos que luchan por legalizar su situación y no encuentran respuestas apropiadas, para entender las dimensiones de un asunto que ya no puede ser manejado como hechos aislados sino como un problema que demanda soluciones profundas y de largo plazo.

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