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¡No más tragedias!

La pregunta es cómo fue posible que tantas irregularidades se produjeran y que no intervinieran las autoridades nacionales, a pesar de las múltiples exigencias que contienen las leyes sobre el tránsito, en un país en el cual se transporta por tierra por lo menos el 80 % de la población.

15 de agosto de 2018 Por: Editorial .

Además de la tristeza por el luctuoso saldo que dejó en muchos hogares, en especial de Cali, el listado de irregularidades que se descubrieron en el accidente que culminó con la muerte de 24 personas, desnuda de nuevo el peligro que ronda en las calles y carreteras. Es la combinación de la audacia de propietarios y conductores de vehículos y la falta de controles y sanciones para proteger la vida de los pasajeros.

Era un viaje de turismo de 40 personas que se despidieron hace unos días, aprovechando una invitación al Ecuador. Lo que nadie se imaginó es que su ruta fuera desviada para evitar el paso por Ipiales, que debieran quedarse varios días en un municipio del departamento del Huila, a causa de una avería en el bus que los transportaba, y que llegaran al sitio del accidente mortal por una carretera que nunca se imaginaron.

Fue una aventura trágica que desde el principio tenía toda clase de irregularidades y de actuaciones ilícitas. Ahora se sabe que el automotor, de más de veinte años de servicio, estaba afiliado a una cooperativa con sede en Cúcuta, que su antiguo propietario vivía en Bucaramanga y lo había vendido a una persona residente en Cali, que no había pagado, razón por la cual la tradición reciente nunca fue registrada.

También se ha descubierto que el bus ni el conductor tenían licencias o permisos para realizar servicios de transporte fuera de Colombia. Y lo peor, que los sellos de la cooperativa a la cual estaba asociado resultaron falsos, además de todos los documentos y permisos que se requieren para circular en Colombia y llegar al país vecino, lo que explicaría en parte la extraña desviación en la ruta, lo que evitó el paso por el puente de Rumichaca.

Luego de la tragedia, el gobierno del Ecuador también descubrió irregularidades y actuaciones ilícitas, lo que lo llevó a destituir a las autoridades de transporte y a iniciar una rigurosa investigación. Entre tanto, en nuestro país estamos apenas en los lamentos y las expresiones de solidaridad con las víctimas y sus familias, y en la reconstrucción que hacen los periodistas de la trayectoria del bus y de su periplo mortal, que destapan más y más anormalidades como que no se dejó la lista de pasajeros en la frontera con Ecuador, que recogieron a venezolanos en la ruta, el conductor no tenía la licencia correspondiente y en el historial del vehículo aparecen 19 comparendos.

La pregunta es cómo fue posible que tantas irregularidades se produjeran y que no intervinieran las autoridades nacionales, a pesar de las múltiples exigencias que contienen las leyes sobre el tránsito, en un país en el cual se transporta por tierra por lo menos el 80 % de la población, dónde existen una Superintendencia de Transporte, seccionales municipales y departamentales y hasta una división de la Policía Nacional destinada a esa actividad.

¿Hasta cuándo el país tendrá que seguir lamentando hechos como esos que causan desolación por la falta de un control riguroso? El Gobierno Nacional anunció sanciones ejemplares y cambios en la política de transporte. Ojalá sea cierto y se puedan evitar más tragedias.

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