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No a la apatía

"Comprendiendo que los hechos han llevado a desmotivar la participación de la gente en las elecciones, también hay que reconocer que la abstención sólo servirá para restarle más credibilidad al Departamento, debilitando a su vez la representatividad de sus autoridades".

5 de junio de 2012 Por:

"Comprendiendo que los hechos han llevado a desmotivar la participación de la gente en las elecciones, también hay que reconocer que la abstención sólo servirá para restarle más credibilidad al Departamento, debilitando a su vez la representatividad de sus autoridades".

El próximo primero de julio, los vallecaucanos tendrán una nueva cita electoral para escoger el Gobernador del Departamento. Y aunque existan razones de peso que le han restado credibilidad a la política en la región, ello no puede ser argumento para abstenerse de cumplir un compromiso que además de designar la cabeza de un gobierno significa ante todo el respaldo a una institución vital para la democracia y la buena marcha del Valle. Sin duda, nuestro Departamento atraviesa la peor de las crisis en sus 102 años de existencia. Los dos últimos Gobernadores destituidos o inhabilitados por sus acciones en el ejercicio del Gobierno y el hecho de que hayamos tenido siete mandatarios distintos en los últimos cuatro años, indica a las claras que las decisiones electorales han representado un enorme descalabro. Y un golpe demoledor a la estabilidad financiera y administrativa de una entidad que pocos años antes fue modelo en Colombia y ejemplo a seguir en cuanto a la atención de las necesidades de los vallecaucanos. Duro es tener que reconocer que el clientelismo político, las malas prácticas de gobierno y el desconocimiento de los más elementales principios de la administración pública, se convirtieron en pesada carga para nuestra región. Hoy, el Valle debió acudir a la ley de quiebras para tratar de defenderse de los desastres que le han dejado quienes han entendido su elección como la autorización para disponer a su arbitrio del patrimonio público para satisfacer intereses particulares o de partido. Y ahora debe acudir a las urnas en breve plazo, para llenar la vacante dejada por la inhabilidad sobreviviente de un gobernador que fue propuesto como candidato, a pesar de los serios procesos que le seguían los órganos de control e investigación por su gestión en el gobierno anterior. Pero esas dificultades, por enormes que sean, no deben ser excusa para que los vallecaucanos con capacidad de elegir se alejen de las urnas y se nieguen a ejercer ese derecho. Comprendiendo que los hechos han llevado a desmotivar la participación de la gente en las elecciones, también hay que reconocer que la abstención sólo servirá para restarle más credibilidad al Departamento, debilitando a su vez la representatividad de sus autoridades. Y que ejercer el voto libre en el sentido que cada ciudadano considere conveniente, debe constituirse en un mandato terminante para quien resulte elegido, sobre la obligación de rescatar al Valle de las garras de la corrupción y la politiquería. Por eso es necesario abandonar la apatía que muestran las encuestas, una de las cuales fue publicada en nuestra edición del pasado domingo. Nada podría ser más perjudicial para nuestra región que el gobernador sea escogido en medio de unas votaciones precarias que le restan importancia al cargo. Además de un derecho, participar en las elecciones significa asumir la responsabilidad que le corresponde al ciudadano para que la democracia tenga vida y tenga capacidad para exigir la rectificación que reclama el Valle. Por eso, los vallecaucanos tenemos que votar el próximo primero de julio.

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