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Medir, actuar y salvar

El informe publicado en el mes de julio por la Organización Meteorológica Mundial da cuenta de cifras que por lo desoladoras deberían convocar a una movilización mayor de los organismos internacionales, los Estados y en general de quienes tienen en sus manos concientizar al planeta para que se tomen decisiones definitivas, que todos estén en la obligación de acatar.

3 de agosto de 2013 Por:

El informe publicado en el mes de julio por la Organización Meteorológica Mundial da cuenta de cifras que por lo desoladoras deberían convocar a una movilización mayor de los organismos internacionales, los Estados y en general de quienes tienen en sus manos concientizar al planeta para que se tomen decisiones definitivas, que todos estén en la obligación de acatar.

Las mediciones del clima en la última década no dejan dudas del cambio que experimenta el planeta. Entre 2001 y 2010 se registraron las temperaturas más altas de la historia y las lluvias alcanzaron el mayor récord en un siglo ocasionando tragedias y daños incalculables. La humanidad es la gran responsable y a la vez la que siente los efectos. Sin embargo, las acciones emprendidas no producen los resultados necesarios para frenar el desastre. El informe publicado en el mes de julio por la Organización Meteorológica Mundial da cuenta de cifras que por lo desoladoras deberían convocar a una movilización mayor de los organismos internacionales, los Estados y en general de quienes tienen en sus manos concientizar al planeta para que se tomen decisiones definitivas, que todos estén en la obligación de acatar. Los esfuerzos realizados hasta ahora, que se debe reconocer no son pocos, se quedan cortos frente a una realidad que no da espera y que está por encima de los intereses particulares de los gobiernos y las industrias.La temperatura promedio del planeta en la década medida fue de 14,47 grados centígrados, registrando un incremento de 0,47 grados sobre la media observada hasta 1990. Como resultado, en los primeros 10 años del presente siglo se agudizaron fenómenos como las olas de calor, las sequías, los huracanes y ciclones, las temporadas de lluvias y el deshielo del Ártico. Ese último hecho ha llevado a que el nivel del mar sea hoy 20 centímetros más alto que hace cien años, produciendo inundaciones y desapariciones de zonas costeras, afectando los ciclos naturales de las especies marinas de fauna y flora, y de paso la industria de la pesca. Peor aún es el costo en vidas humanas: 370.000 personas murieron en estos 10 años como consecuencia de desastres naturales que ha provocado el cambio climático. Si se compara con la década anterior el incremento fue del 20 %, y en regiones europeas como Rusia ese crecimiento en número de víctimas mortales fue del 2000 % por cuenta de las olas de calor en los años recientes.Al hacer estas mediciones sobre los cambios que sufre año tras año el clima mundial, así como sus consecuencias sobre la humanidad, no se pretende generar pánico. Si se entienden bien pueden convertirse en una herramienta para cuantificar el efecto que tienen para la vida cotidiana de los habitantes de la Tierra la evolución natural de un planeta en cambio permanente, los daños ambientales producidos por las manos del hombre y la posibilidad que existe de darle un giro a esa realidad que hoy pareciera irrefrenable.Es cuestión de tomar decisiones. De que los gobiernos que han priorizado los intereses de sus industrias sobre el bien general del planeta y la humanidad comprendan su responsabilidad y compromiso con el futuro del mundo. Que cada habitante tome conciencia de sus actuaciones y se eduque, sobre todo a las nuevas generaciones, en el respeto y conservación de su hábitat. El cambio climático es una realidad y los fenómenos naturales son irrefrenables, pero reducir su potencia, minimizar los daños y aminorar los riesgos sí está en manos de los humanos.

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