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Mal arranque

"La declaración del vocero de las Farc fue un baldado de agua fría para quienes han creído que la paz se alcanzará en estos diálogos. Ante todo, alias Iván Márquez no ocultó el interés por usar su intervención como tribuna publicitaria para impresionar ante todo a la opinión de Europa".

19 de octubre de 2012 Por:

"La declaración del vocero de las Farc fue un baldado de agua fría para quienes han creído que la paz se alcanzará en estos diálogos. Ante todo, alias Iván Márquez no ocultó el interés por usar su intervención como tribuna publicitaria para impresionar ante todo a la opinión de Europa".

Se cumplió la cita en Noruega, donde las delegaciones del Gobierno Nacional y de las Farc presentaron sus puntos de vista sobre lo que será el marco de la negociación para terminar el conflicto. A juzgar por la declaración del vocero de la guerrilla, la situación no parece haber cambiado y los diálogos serán otra tribuna más para hacer propaganda. En su exposición, el presidente de la delegación oficial hizo un resumen sobre las razones que motivaron al Gobierno a establecer el diálogo. Con palabras que expresan los límites que deben tener, el doctor Humberto de La Calle planteó con certeza la realidad: éstas no son unas conversaciones cuyos parámetros están en la declaración de cinco puntos que les dieron vida. Por tanto, es a ellos a los que se referirán, con la seguridad de que las Farc tendrán garantías para expresar sus puntos de vista dentro de las instituciones democráticas. Así, el presidente de la delegación del Gobierno se esforzó en dejar claro que en los diálogos no se va a negociar ni el Estado de Derecho, ni las Fuerzas Militares, ni la iniciativa privada. Se negociará sí la posibilidad de terminar con la confrontación armada, para lo cual el gobierno del presidente Juan Manuel Santos promovió el marco jurídico para la paz, con la cual pretendió establecer la justicia transicional que dé salidas para los guerrilleros y su posible participación en la política nacional. La declaración del vocero de las Farc fue un baldado de agua fría para quienes han creído que la paz se alcanzará en estos diálogos. Ante todo, alias Iván Márquez no ocultó el interés por usar su intervención como tribuna publicitaria para impresionar ante todo a la opinión de Europa. Y demostró que el discurso de su movimiento no ha cambiado ni en la forma ni en el fondo; que continúa intacta su persistencia en usar la desigualdad que padece Colombia para justificar su terrorismo, a la vez que reafirmó su estrategia de ignorar a las víctimas, de desconocer su participación en el narcotráfico y de justificar su violencia, dando a entender que conservan capacidad de destrucción para continuar causando terror y muerte. Desapacible fue entonces el inicio, en medio de la generosa acogida que le dio Noruega a la iniciativa y la voluntad de colaboración de los países acompañantes y facilitadores. Ya se sabe que nada ha cambiado, al punto en que el doctor De la Calle debió expresar que “el gobierno no se siente rehén del proceso”, expresión que, acompañada de los gestos de inconformidad en los rostros de algunos de sus compañeros de delegación, dan a entender la fragilidad de la iniciativa. Ahora sigue otra etapa de los diálogos en La Habana. Allí llegarán los demás miembros de las delegaciones, y se iniciarán las conversaciones alrededor de la cuestión agraria, el primero de los cinco puntos acordados hace varios meses. Pero desde ya se puede afirmar que el escepticismo crece ante la arrogancia que demuestran las Farc. El Gobierno Nacional debe saber entonces que ante esa actitud, los colombianos no están de acuerdo en negociar lo que debe ser tramitado conforme a la Constitución Nacional.

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