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Los retos del cambio

De otra parte, hay que estar atentos a la capacidad y el interés del sector privado por aprovechar las ventajas que hoy tiene para exportar. La misma devaluación, sumada a los beneficios que en teoría ofrecen los tratados de libre comercio que abren mercados como el de los Estados Unidos, el de la Unión Europea o la Alianza del Pacífico, llevan a pensar en la gran oportunidad que se da para exportar valor agregado.

29 de diciembre de 2015 Por:

De otra parte, hay que estar atentos a la capacidad y el interés del sector privado por aprovechar las ventajas que hoy tiene para exportar. La misma devaluación, sumada a los beneficios que en teoría ofrecen los tratados de libre comercio que abren mercados como el de los Estados Unidos, el de la Unión Europea o la Alianza del Pacífico, llevan a pensar en la gran oportunidad que se da para exportar valor agregado.

En la economía, los tiempos han cambiado, y Colombia debe aceptar y emprender los ajustes que se requieren para no repetir los errores que llevaron al país a crisis profundas. Ese mensaje sale de los indicadores que prenden sus alarmas, y de las realidades que amenazan el bolsillo y la confianza en los negocios. La gran protagonista del año en materia económica fue sin duda la caída casi vertical del precio del petróleo. Durante diez años fuente de prosperidad para los productores como Colombia, ahora su pérdida de valor está ocasionando cambios de importancia: la devaluación, la inflación que se genera por habernos acostumbrado a importar alimentos y materias primas que podían producirse en el país, y la debilidad de los ingresos estatales. Es en éste último campo donde más preocupaciones existen. Fenómenos tan preocupantes como la caída de los ingresos generados por Ecopetrol y los gravámenes a los combustibles, por la reducción de los impuestos que cancelaban las empresas que explotan los hidrocarburos, tendrán su pleno efecto a partir del 2016. Como consecuencia, la presencia de un déficit fiscal dejó de ser una especulación para convertirse en una realidad que no puede ser desconocida. Lo cual implica recortar el gasto público, como lo ha venido haciendo el Gobierno Nacional, y la posibilidad de echar mano al endeudamiento para cubrir las promesas implícitas en el Presupuesto para la vigencia que se inicia el próximo primero de enero. Qué tanto esté dispuesta la administración a recortar sus gastos cuando se viene el cumplimiento de las promesas en caso de que se firme el acuerdo con las Farc, es una decisión política que tendrá repercusiones en la confianza en la estabilidad de las finanzas públicas. De otra parte, hay que estar atentos a la capacidad y el interés del sector privado por aprovechar las ventajas que hoy tiene para exportar. La misma devaluación, sumada a los beneficios que en teoría ofrecen los tratados de libre comercio que abren mercados como el de los Estados Unidos, el de la Unión Europea o la Alianza del Pacífico, llevan a pensar en la gran oportunidad que se da para exportar valor agregado.También debe hacerse un gran esfuerzo por impulsar la inversión en el campo para aprovechar las oportunidades, además de conseguir la sustitución de importaciones que nos defienda de la inflación ocasionada por las compras externas de alimentos que pueden ser producidos aquí. Es manera de contribuir a la paz mediante la generación de empleo e ingresos para el sector agrícola. Hay pues un reto de gran calado para la economía colombiana. Es claro que el 2015 fue un año de transición en el cual la economía crecerá alrededor del 3% del PIB. Pero también es incuestionable que el 2016 deberá ser enfrentado con los pies en la tierra, sin desbordes en el manejo fiscal de la Nación o imponiendo una reforma tributaria que justificada en la necesidad de enjugar el déficit desaliente la confianza en Colombia. Y con la obligación de conquistar mercados y producir para evitar que se conviertan en realidad las amenazas que se vislumbran en el futuro inmediato.

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