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Los desafíos para Colombia

Colombia está entre la esperanza y la preocupación con su medio ambiente. Mientras escuchaba esta semana los planes del Estado para enfrentar el cambio climático y conocía la ratificación del Acuerdo de París por el Congreso, se enteraba de los estragos que el calentamiento global le ocasiona y de lo poco que se hace para impedirlo.

16 de junio de 2017 Por: Editorial .

Colombia está entre la esperanza y la preocupación con su medio ambiente. Mientras escuchaba esta semana los planes del Estado para enfrentar el cambio climático y conocía la ratificación del Acuerdo de París por el Congreso, se enteraba de los estragos que el calentamiento global le ocasiona y de lo poco que se hace para impedirlo.

El impacto se refleja en el dato divulgado por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales, Ideam, sobre el aumento de la temperatura en 0,8 grados centígrados en los últimos 30 años y la proyección de que llegará a 2,4°C al finalizar el siglo. Como consecuencia de ese cambio que parece mínimo todos los 1101 municipios presentan riesgo ambiental, con efectos catastróficos como desbordamientos de ríos, avalanchas o desaparición definitiva de las fuentes de agua, así como con problemas de salud para la población o una potencial crisis alimentaria.

Igual de grave es la proyección sobre la pérdida de 50.000 hectáreas del territorio nacional en los próximos 80 años. El tic tac de la cuenta regresiva ya comenzó, como se evidencia en el Pacífico colombiano donde el mar se ha ‘tragado’ entre 51 y 52 centímetros de costa desde 1986. Se calcula que para el año 2040 en ese Litoral se habrán perdido 7.579 hectáreas, otras 15.631 más en el 2070 y se llegará a 26.117 en el 2100, siendo el Valle, Nariño y el Chocó los tres departamentos más afectados.

En la Costa Atlántica la peor parte la llevará el Archipiélago de San Andrés, mientras que en el interior del país serán Amazonas y Vaupés los que padecerán el impacto mayor del calentamiento global. No hay pues ninguna parte del territorio nacional que esté a salvo, una realidad frente a la que se debe asumir la responsabilidad de actuar con prontitud para tratar de atenuar sus terribles consecuencias.

Ahí juega un papel primordial la Política Nacional del Cambio Climático presentada por el Gobierno, orientada hacia la recuperación de las pérdidas ambientales que presenta el país y con proyección en un desarrollo bajo en carbono. Así honra su compromiso de reducir en un 20% las emisiones de CO2 antes del 2030 y un 10% más con el acompañamiento internacional, a la vez que integra y orienta las gestiones dispersas de los entes locales y territoriales, de las entidades ambientales del Estado así como los recursos científicos, tecnológicos, educativos y financieros para alcanzar las metas.

La esperanza, así como el desafío, es llevar a la realidad los propósitos consignados en los documentos. Para que se convierta en un verdadero plan nacional hay que pasar de la intención a la operación, con unidad de criterios, fortaleciendo los órganos ambientales locales y territoriales, mientras se destinan los presupuestos necesarios para tal fin.

Más importante aún es conseguir que el país y los colombianos transformen su mentalidad sobre lo que significa el cambio climático. El reto es hacer entender a los colombianos que la defensa depende también de asumir su responsabilidad para detener una enfermedad que carcome el territorio nacional, acabando con las riquezas que alberga.

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