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Lo mismo de siempre

La crisis del agua en Cali es una historia que se repite sin cesar en los últimos quince años y sólo ha tenido soluciones provisionales.

23 de febrero de 2017 Por: Editorial .

Aunque esta demanda se escuche con cada racionamiento, hay que repetir que el problema del agua potable en Cali requiere soluciones. Ante lo que está sucediendo, las autoridades respectivas no pueden seguir esperando que esos eventos, como los llaman los especialistas, se transformen en un fenómeno permanente para tomar decisiones que ya no admiten más espera.

El pasado lunes, un 70% de la ciudad se quedó sin el servicio durante varias horas. Según explicaron los funcionarios de Emcali, la causa fue un fuerte aguacero en los ríos Güengüé y Palo, afluentes del Cauca. Como consecuencia, la alta turbiedad y la falta de oxígeno en el líquido que llegaba a las plantas Río Cauca y Puerto Mallarino obligaron a cerrarlas y a utilizar los dos reservorios construidos hace pocos años.

Pero estos tampoco fueron suficientes, puesto que la emergencia se prolongó por más de las ocho horas que pueden almacenar, por lo cual las tuberías quedaron vacías y la sequía se prolongó por varias horas. Hasta allí puede decirse que los más de dos millones de afectados por la emergencia pudieron superarla con relativa rapidez. Sin embargo, de nuevo quedó al descubierto el que puede ser el más grave problema de una ciudad, la falta de agua.

El asunto es que esta emergencia es recurrente y crece con la misma velocidad con la cual suben los asentamientos anormales a los cuales hay que abastecer. Además, es bien sabido que Emcali pierde una cantidad superior al 35% del agua tratada por razones que van desde el robo descarado de las conexiones ilegales, pasando por los fraudes en los mecanismos de medición hasta el mal estado de las redes de distribución.

Así, además del Cauca, de la destrucción de su cuenca hidrográfica y las de sus tributarios, los problemas de la empresa de servicios públicos sumados a la mano de los malos clientes, crean una emergencia que hace sonar las alarmas. Y cada que se presentan los racionamientos súbitos, salen a la luz pública las decenas de propuestas para conseguir más agua, para construir embalses que resuelvan el problema de manera permanente y nos liberen de la dependencia de un río que se muere ante la indolencia de las autoridades nacionales y ambientales.

También se reviven los compromisos de Emcali de combatir las pérdidas de agua que golpean sus finanzas y obligan a subir las tarifas para los usuarios. Sin embargo, muy poco se adelanta y la ciudad debe esperar ya con temor que llueva en el trayecto del río Cauca antes de llegar a Cali, o que sobrevenga un verano, cada vez más frecuente, de aquellos que dejan al afluente sin agua.

La crisis del agua en Cali es una historia que se repite sin cesar en los últimos quince años y sólo ha tenido soluciones provisionales como los reservorios, además de un documento Conpes para la recuperación del río Cauca, elaborado hace diez o más años que no ha tenido desarrollo alguno. Esa es la verdad que necesita respuestas antes que explicaciones trajinadas que afectan a la comunidad y golpean la imagen de una ciudad moderna y dotada de los servicios más elementales.

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