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Límites urgentes

"Salvar los páramos, y de paso la principal fuente de agua de los colombianos, dependerá de la agilidad y responsabilidad con que la Nación actúe este año".

9 de enero de 2016 Por:

"Salvar los páramos, y de paso la principal fuente de agua de los colombianos, dependerá de la agilidad y responsabilidad con que la Nación actúe este año".

La delimitación de los páramos colombianos es una de las tareas ambientales que quedó pendiente en 2015. Mientras no se defina el área de protección de esas zonas vitales, seguirán expuestas a la invasión, el zarpazo de la ganadería y la agricultura y la depredación de la minería ilegal.La urgencia de concluir esa labor es detener el deterioro progresivo de unos ecosistemas imprescindibles para la vida en Colombia e importantes para mitigar el daño ambiental del mundo. El nuestro es uno de los seis países privilegiados que cuentan con esas regiones naturales únicas y el que tiene la mayor superficie de páramos del Planeta con 34 complejos que abarcan 1,9 millones de hectáreas. Desde hace décadas estas fábricas naturales de agua, donde nacen los ríos que surten del líquido al 70% de la población colombiana, y esponjas inmensas que absorben una parte importante del dióxido de carbono producido por la humanidad, uno de los mayores causantes del calentamiento global, han estado expuestas a la devastación y a la rapiña por las riquezas que guarda. Las proyecciones más conservadoras aseveran que de continuar al garete, en el 2030 habrá desaparecido el 56% de esos ecosistemas en el país.Tal es la consecuencia de la deforestación y la avidez de quienes le han ido ganando terreno a las montañas para extender sus feudos ganaderos y agrícolas, así como por las actividades mineras que les carcomen sus entrañas. A ello se suma el boquete legal que abre la falta de normas o de disposiciones claras como la de delimitar las zonas de reservas de estos ecosistemas. Si bien se debe reconocer que la Nación ha adoptado en el último lustro medidas para proteger los páramos, como la restricción para otorgar permisos mineros, muchas no se aplican o son desatendidas por los vacíos normativos.De los 34 complejos paramunos, hay 21 sin límites definidos y con riesgos altísimos de ser intervenidos indebidamente -Los Farallones de Cali y Las Hermosas en el Valle son dos ejemplos-. Sobre ellos hay estudios adelantados por las corporaciones autónomas regionales y otras entidades ambientales que dan la pauta para establecer las áreas que deben estar protegidas. Ahora es el Ministerio del Medio Ambiente el que tiene la obligación de cumplir con la Ley 1450 del 2011 que ordena hacer esa delimitación.Esta es una tarea compleja que va más allá de imponer unos linderos para resguardar las riquezas naturales de los páramos. El proceso de concertación con las comunidades que habitan los ecosistemas es indispensable para que las disposiciones se cumplan, para que ellas puedan seguir beneficiándose de forma sostenible de su entorno y se conviertan en sus acérrimos guardianes. Con la definición de las zonas de reserva se deberá poner fin a cualquier posibilidad de otorgar licencias mineras en los páramos. Ya sucedió con Santurbán, uno de los pocos que cuenta con delimitación y donde se frenaron las intenciones de explotación de multinacionales mineras. La otra batalla a ganar para preservar esos ecosistemas vitales es contra la minería ilegal, la más depredadora y peligrosa de las actividades. Salvar los páramos, y de paso la principal fuente de agua de los colombianos, dependerá de la agilidad y responsabilidad con que la Nación actúe este año.

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