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Libre de minas

"De las armas que se utilizan en un conflicto, las minas antipersonal son las más perversas: no están dirigidas hacia nadie en particular, matan pero la mayoría de las veces mutilan e incapacitan de por vida a quienes las pisan".

31 de marzo de 2012 Por:

"De las armas que se utilizan en un conflicto, las minas antipersonal son las más perversas: no están dirigidas hacia nadie en particular, matan pero la mayoría de las veces mutilan e incapacitan de por vida a quienes las pisan".

Si en Colombia no se instalara una sola mina antipersonal más, el país tardaría 10 años para erradicarlas de su territorio. Una meta que no se cumplirá mientras la guerrilla y los grupos ilegales usen esos artefactos invisibles y mortales. Así, el país seguirá aportando la mayor cantidad de víctimas en el mundo, dos por día, apenas superado por Afganistán.Para decirle basta a esa práctica perversa, el próximo miércoles se celebrará el Día Internacional para la Sensibilización contra las Minas Antipersonal. Con actos simbólicos como remangarse la bota del pantalón se enviará una señal de rechazo a quienes se empeñan en utilizar esa arma proscrita de guerra, y sobre todo se mostrará la solidaridad con quienes han sido sus víctimas. Como Eduardo Quipia, un niño indígena de 15 años de edad, habitante del municipio de Pradera, quien el 4 de febrero salió a pescar con otros jóvenes y encontró la muerte al pisar una mina. Es la víctima más reciente en el Valle y hace parte de las 58 que en los dos primeros meses de este año dejaron esos explosivos en Colombia. Desde 1990 hasta hoy, 9.704 colombianos han caído en campos minados, en su mayoría integrantes de las Fuerzas Armadas. El resto son campesinos que se dedicaban a sus labores, niños que iban a sus escuelas o familias que estaban de paseo.De las armas que se utilizan en un conflicto, las minas antipersonal son las más perversas: no están dirigidas hacia nadie en particular, matan pero la mayoría de las veces mutilan e incapacitan de por vida a quienes las pisan. Colombia ha liderado la erradicación de los campos minados en el planeta, demostrando el mayor compromiso. Sin embargo está lejos el día en que pueda declararse libre de minas. Aunque en los últimos seis años se han despejado 328.730 metros cuadrados, todavía quedan 50 millones más en 600 municipios del país. Se calcula que aún hay instaladas 20.000 minas, pero el número es incierto porque los grupos ilegales ya no sólo las usan para detener el avance militar sino para aislar territorios donde hay cultivos ilícitos o para resguardar las rutas del narcotráfico. Los esfuerzos de Colombia y el mundo también serán inútiles mientras no se logre el compromiso de países fabricantes de esos artefactos. Trece años después de firmada la Convención de Otawa, que prohibió su uso, elaboración y comercialización, naciones productoras como China, Rusia, Estados Unidos, India y Pakistán, siguen sin acogerse al acuerdo. La causa de tantas tragedias no se acabará mientras algunos sigan viéndola como un negocio lucrativo.Colombia no puede cejar en su empeño de liberar el territorio nacional de las minas antipersonales que siembran los dueños de la violencia. Tampoco puede bajar la guardia en su lucha contra organizaciones como las Farc, el ELN y las Bandas Criminales que recurren a la peor de las armas de guerra en su locura por hacerle daño al país. Los colombianos seguirán mostrando su rechazo a esa práctica y su solidaridad con las víctimas hasta cuando en el país no haya una sóla tragedia causada por ese explosivo traicionero.

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