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Las palabras y los hechos

Sin duda, durante las décadas que llevan atentando contra la Nación mediante el terrorismo indiscriminado, las Farc no habían reconocido su responsabilidad en sus crímenes. Pero nada da a entender que con el comunicado haya un cambio drástico en su estrategia de sembrar el terror para tratar de doblegar al país. Nada muestra que haya desaparecido su intención de destruir personas desarmadas y desprevenidas para imponer sus dictados

26 de enero de 2014 Por:

Sin duda, durante las décadas que llevan atentando contra la Nación mediante el terrorismo indiscriminado, las Farc no habían reconocido su responsabilidad en sus crímenes. Pero nada da a entender que con el comunicado haya un cambio drástico en su estrategia de sembrar el terror para tratar de doblegar al país. Nada muestra que haya desaparecido su intención de destruir personas desarmadas y desprevenidas para imponer sus dictados

“Estamos claros de que los responsables jamás tuvieron la intención de ocasionar algún daño a la población civil no combatiente, lo cual no excluye su responsabilidad por la falta de previsión de los efectos contra ella que pueden ocasionarse con ese tipo de acciones. Así no se hace la guerra, esa no es la filosofía ni la orientación política o militar que nos caracteriza”.Ésta es la manera en que las Farc reconocieron la autoría del atentado en el centro de Pradera que dejó un muerto y 57 heridos. Para quienes respaldan sin condiciones la negociación en La Habana, el documento demuestra el cambio en la actitud de la guerrilla, aunque no exista en él algo que indique la intención de reparar el daño que causaron ni la decisión de suspender el terrorismo indiscriminado que han usado por décadas, asesinando a miles de seres humanos.El atentado lo realizaron un día después de terminar su tregua unilateral. Como ocurrió el 7 de diciembre del año pasado en Inzá, departamento del Cauca, nada indica que fuera un combate. Y lo que sugiere la declaración contrasta con los resultados que padecieron las dos poblaciones y el terrible saldo que dejaron las bombas: diez personas muertas, casi un centenar de heridos, innumerable destrozos y el horror que vivieron las comunidades víctimas de la insania. No hay pues razones para aceptar como sincera la parte del comunicado que afirma: “Así no se hace la guerra, esa no es la filosofía ni la orientación política o militar que nos caracteriza”.Y menos aún cuando en otro documento casi simultáneo, el máximo jefe de las Farc se vanagloria por haber derribado dos helicópteros civiles, reclamándolos como un triunfo militar que demuestra la fortaleza de su grupo. De nuevo, el lenguaje desafiante que pretende atemorizar a los colombianos hace su aparición. ¿No es eso una enorme contradicción frente a la declaración que trata de afirmar el rechazo de su organización al terrorismo?Sin duda, durante las décadas que llevan atentando contra la Nación mediante el terrorismo indiscriminado, las Farc no habían reconocido su responsabilidad en sus crímenes. Pero nada da a entender que con el comunicado haya un cambio drástico en su estrategia de sembrar el terror para tratar de doblegar al país. Nada muestra que haya desaparecido su intención de destruir personas desarmadas y desprevenidas para imponer sus dictados. Propósitos en los cuales se cuidan siempre de atacar a personalidades de renombre, concentrándose en poblaciones distantes del poder central que son destruidas sin compasión y aprovechando la sorpresa cobarde. No hay entonces motivo para soltar las campanas al vuelo por el reconocimiento que acaban de hacer las Farc mediante su comunicado. Las palabras no pueden ocultar los hechos: a pesar de la retórica, Colombia sigue expuesta al terrorismo cobarde e indiscriminado para tratar de obligarla a claudicar ante sus autores. Y debe seguir alerta, exigiendo que se terminen los atentados cobardes y la violencia irracional contra los ciudadanos del común y los servidores públicos, como requisito fundamental para firmar un acuerdo que otorgue cualquier tipo de concesión a la guerrilla.

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