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Las deudas de Grecia

El dilema es: ¿Quién debe meterse la mano al bolsillo para soportar el nuevo salvamento? De ello depende que Grecia siga siendo parte de la Unión, o por el contrario, declare el default o incumplimiento.

26 de febrero de 2017 Por: Editorial .

Luego de algunos meses de silencio, la crisis de Grecia y su incapacidad de pagar la deuda vuelven a ser protagonista. Con ello reviven también los temores sobre la estabilidad y continuidad de la Unión Europea.
La verdad es que ese país, agobiado por la quiebra y las recetas que ha sido obligado a aplicar, no parece tener salida posible. Aunque se ha detenido la caída, los indicadores de empleo y crecimiento siguen siendo débiles. Ahora, la urgencia es la misma: conseguir un crédito que le dé liquidez para pagar las deudas vencidas.

Para la Unión Europea, y en especial para Alemania, hay que seguir aplicando la mano dura. Es decir, entregar los recursos para que Grecia siga cumpliendo, aunque sea en el papel, además de exigir más impuestos, menos gastos y más apretones para su sociedad. Por el contrario, el Fondo Monetario Internacional insiste en que la deuda de ese país es impagable y que en algún momento hay que reconocerlo para poder empezar una nueva vida.

El dilema es: ¿Quién debe meterse la mano al bolsillo para soportar el nuevo salvamento? De ello depende que Grecia siga siendo parte de la Unión, o por el contrario, declare el default o incumplimiento. Su deuda pública alcanza el 177,4% del Producto Interno Bruto, más de 300 mil millones de euros.

El efecto político es el otro elemento. El retiro de Grecia de la Unión Europea, causado por sus problemas y la imposibilidad de pagar los créditos que antes le ofrecieron con abundancia, sería letal. Ahora, sus acreedores le obligan a pagar lo que no puede, pero Grecia tiene la sartén por el mango, es decir, le entregan más recursos para impedir que entre en mora o declara la quiebra y sale de la Unión.

Los problemas de Grecia no son aislados. Aunque España ha venido saliendo de su crisis con medidas dolorosas, las dificultades de Italia y su sistema financiero no están resueltas. Y quedan pendientes las apuros de Portugal y los reclamos de los países de Europa Oriental. ¿Qué efecto tendría entonces su salida de la UE o la refinanciación sin límites de su deuda?

Así, Grecia obliga a actuar con cuidado. Más aún, cuando el retiro de Gran Bretaña significa la salida de una de las tres grandes economías del viejo continente. Es decir que sólo quedará Alemania como el gran motor, la voz cantante que debe guiar las medidas que correspondan para mantener el Euro y la comunidad. Y en menor escala Francia, cuya economía también ha tenido tropiezos de importancia.

Por eso, siempre que se habla del problema los ojos se dirigen hacia la canciller Ángela Merkel. Como el gran acreedor de Grecia, su país perdería mucho con el default, además de que debe hacer el gran esfuerzo para impedir un retiro que será funesto.

Los caminos que quedan se reducen entonces a un nuevo esfuerzo de Europa para mantener con vida la economía de Grecia y evitar un ‘Grexit’. Si a ello se suma el Brexit las perspectivas para la Unión Europea no son las mejores, más aún cuando el nacionalismo de Donald Trump en los Estados Unidos es la gran amenaza para su economía y su estabilidad política.

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