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La verdad del paro agrario

"Por esa vía, el paro se convertirá en la forma de lograr prebendas, además de sembrar un precedente funesto que afecta la gobernabilidad y la credibilidad de la democracia. O para obligar a tomar decisiones que más parecen medidas apresuradas para evitar un movimiento que tendrá consecuencias en la campaña en la cual la reelección del Presidente de la República es gran protagonista".

23 de abril de 2014 Por:

"Por esa vía, el paro se convertirá en la forma de lograr prebendas, además de sembrar un precedente funesto que afecta la gobernabilidad y la credibilidad de la democracia. O para obligar a tomar decisiones que más parecen medidas apresuradas para evitar un movimiento que tendrá consecuencias en la campaña en la cual la reelección del Presidente de la República es gran protagonista".

Entre la presión de un paro agrario programado para el próximo lunes y los esfuerzos del gobierno para conjurarlo mediante la entrega de recursos. Así está Colombia a menos de un mes de las elecciones que decidirán cuál es el Presidente de la República para los próximos cuatro años. Sin duda, la agricultura colombiana atraviesa por una encrucijada difícil causada por múltiples factores que reclaman soluciones de fondo. La competencia que significan los cambios en la política de comercio internacional, los costos de los insumos, la revaluación, el contrabando y la distancia de los gobiernos durante décadas, que casi nunca ha cumplido con sus compromisos y promesas para resolver los problemas de los agricultores, han llevado a que el agro sea amenazado y a que los empresarios, grandes, medianos y pequeños deban enfrentar crisis frecuentes. Pero tampoco puede desconocerse que tal crisis no es coyuntural, ni se debe sólo al presente Gobierno. Y que su solución no se logra con la confrontación o la amenaza de paralizar todo el país sino con el diálogo franco. Sin desconocer el derecho a la protesta social, la forma de resolver la coyuntura no puede alcanzarse cediendo a presiones y entregando recursos que alivian los síntomas pero no curan, o perdonando deudas como lo hace el Gobierno Nacional.Por esa vía, el paro se convertirá en la forma de lograr prebendas, además de sembrar un precedente funesto que afecta la gobernabilidad y la credibilidad de la democracia. O para obligar a tomar decisiones que más parecen medidas apresuradas para evitar un movimiento que tendrá consecuencias en la campaña en la cual la reelección del Presidente de la República es gran protagonista. Así se pierde el sentido de la protesta social para trasladarse a la política electoral, donde unos aprovechan la capacidad de daño que tiene un paro en el resultado mientras el Gobierno parece usar su poder económico para conjurar la parálisis que puede causarle serios problemas, como lo demostró el movimiento de septiembre pasado. Y en la mitad de esa campaña basada en la amenaza y la respuesta apresurada, está el resto del país que comprende y está dispuesto a apoyar los esfuerzos por rescatar a los agricultores de los problemas que los aquejan. Es ese país que puede ser de nuevo perjudicado por los intereses políticos de quienes usan la protesta agrícola para fines muy distintos a buscar soluciones serias. Son los millones de colombianos que deben presenciar impotentes un pulso nocivo para la Nación, donde los ganadores serán sólo quienes usan la protesta social de manera indebida.Esa es la realidad del paro agrario que parece seguir a pesar de los esfuerzos del Gobierno y de la enorme cantidad de recursos que destina para evitarlo. Es la inaceptable mezcla de la protesta social que se utiliza con fines distintos a las respuestas que deben dársele a la agricultura. Al parecer, los organizadores del movimiento tienen la mira puesta en las elecciones del próximo 25 de mayo y no en la solución a los problemas que padecen los agricultores colombianos.

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